La mera idea de que una empresa colonial reciba un trato de alfombra roja en un entorno anticolonial resulta increíble. Más aún cuando ese escenario es la Unión Africana, porque el continente ha sufrido el colonialismo, la esclavitud, la explotación de sus recursos naturales y humanos y una multitud de otros males derivados de la intervención de potencias extranjeras. Teníamos derecho a pensar que África había avanzado y dejado atrás esa época.
Nos equivocamos. Parece que hemos confiado la integridad política del continente, construida durante décadas de sangrienta lucha anticolonial, a unos guardianes indignos de confianza. Eso es lo que parece en la actual controversia en la Unión Africana desatada por Moussa Faki Mahamat, que ha permitido que un régimen colonial -el Estado de apartheid de Israel- tenga estatus de observador en la organización con total desprecio de los principios fundacionales de la UA.
Israel no sólo tiene sus raíces en el colonialismo, sino que es una potencia ocupante desde que las autoridades del mandato colonial británico le legaron Palestina. Ha sometido a la población autóctona palestina a la peor forma de tiranía imaginable durante más de siete décadas.
La ideología del Estado de Israel es el sionismo, un movimiento ultraderechista y racista al que suscriben sin pudor los antiguos y actuales dirigentes israelíes. Las políticas arcaicas de discriminación contra la población palestina indígena están en boga y son impuestas violentamente por un régimen militar despiadado. Esto entra en conflicto directo con la Carta de la UA.
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Además, Israel está acusado de crímenes de guerra y de genocidio progresivo. Nada menos que las ramas de investigación de la ONU han realizado numerosas conclusiones al respecto. Los relatores especiales han determinado, a través de exhaustivas investigaciones, que Israel ha cometido crímenes contra la humanidad, además de crímenes de apartheid. Israel también ha ignorado numerosas resoluciones de la ONU en las que se le piden cuentas. A pesar de todo ello, Faki ha considerado oportuno abrazar a lo que es, a todos los efectos, un Estado canalla.
Sin embargo, los Estados miembros de la UA, incluida Sudáfrica, han adoptado una postura firme contra el estatus de observador de Israel. La batalla para anular la decisión unilateral de Faki es una de las principales crisis a las que se enfrenta el principal organismo del continente.
En este contexto, un grupo de abogados, investigadores y organizaciones de derechos humanos internacionales han lanzado un desafío legal a la decisión de acoger al Estado del apartheid. El colectivo incluye a oenegés sudafricanas como la Alianza de Solidaridad con Palestina, así como la Red de Revisión de los Medios de Comunicación; pretendemos revocar el estatus de observador de Israel en la UA. Como sudafricanos que viven en un Estado miembro de la UA, "consideramos que es nuestro deber combatir y objetar" la decisión de conceder a Israel dicho estatus.
El detallado escrito contiene casi 200 páginas de argumentos jurídicos y testimonios de alegaciones contra Israel. El argumento es que si Israel tiene estatus de observador y puede así "participar en las funciones de la Unión Africana", ésta tiene jurisdicción para investigar las acusaciones contra el Estado del apartheid.
Los denunciantes expresan su consternación por el hecho de que la Unión Africana, a pesar de sus compromisos de defender y proteger los derechos y la vida de África y de su pueblo, y a pesar de haberse levantado contra las atrocidades que Israel ha cometido contra el pueblo palestino, similares a las de un Estado de apartheid, haya cometido un gran error. Todos y cada uno de los que se preocupan por la justicia en este mundo deben seguramente estar de acuerdo.
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