Conocida como "la Novia del Mar Rojo", Jeddah es la segunda ciudad más grande de Arabia Saudí, con una historia fascinante que abarca miles de años de civilización anteriores al Islam y al cristianismo.
Según la leyenda, fue Jeddah el lugar que eligió Eva para vivir cuando Adán y Eva descendieron a la Tierra. En la actualidad, se dice que la madre de toda la humanidad está enterrada en una tumba en el centro de Yedda, sellada por las autoridades religiosas desde 1975 para impedir la peregrinación a ella.
Se cree que Jeddah fue asentada por primera vez de forma permanente alrededor del año 522 a.C. por miembros de la tribu Quda'a, nativos del actual Yemen. Pero, a pesar de su larga historia preislámica, fue bajo el califato Rashidun, el primer califato musulmán establecido tras la muerte del profeta Mahoma (la paz sea con él), cuando Yeddah adquirió protagonismo y estableció sus bases comerciales que la convirtieron en la próspera ciudad portuaria de hoy.
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El casco antiguo de Yedda, la parte histórica de la ciudad denominada en árabe "Al-Balad", se remonta al siglo VII, cuando el tercer califa musulmán Uthman Ibn Affan lo convirtió en el puerto marítimo oficial de la ciudad santa de La Meca. Se convirtió en el puerto de desembarco que acogía a todos los peregrinos musulmanes que llegaban a Arabia por mar.
Desde entonces, Jeddah ha servido de puerta y paso para los peregrinos musulmanes a la ciudad santa. Personas de diversas culturas y orígenes pasaban por la ciudad costera de camino a realizar el Hach, el peregrinaje musulmán anual a La Meca, o la Umrah, un peregrinaje menor que se realiza en varias ocasiones a lo largo del año.
Tras la apertura del Canal de Suez en 1869, el comercio marítimo del Océano Índico floreció en la histórica ciudad convirtiendo a Jeddah en un centro cosmopolita y comercial aún más importante que sigue sirviendo a millones de peregrinos musulmanes cada año.
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En la actualidad, la ciudad alberga la recién creada industria turística saudí, que ve a los lugareños zarpar en cruceros por el Mar Rojo. Aunque la ubicación de Yedda en el Mar Rojo la ha convertido en una de las principales ciudades turísticas del reino, marcada por fastuosos rascacielos y hoteles junto al mar, el casco antiguo sigue conservando su arquitectura tradicional, su ambiente y su singular construcción de coral del Mar Rojo.
Caminando por Al-Balad, uno puede maravillarse con las centenarias casas-torre de coral por las que la histórica ciudad es famosa. Estas estructuras de intrincado diseño, construidas con coral de las profundidades del Mar Rojo, cuentan con cautivadores balcones de madera con celosías rawasheen, conocidos como mashrabiyyahs. Uno de los ejemplos mejor conservados es la Casa Naseef, que fue la residencia real del padre fundador de Arabia Saudí, el rey Abdulaziz, que la convirtió en su hogar tras conquistar Jeddah en 1925. La casa es ahora un museo y centro cultural, con cañones portugueses medievales situados cerca de su entrada, a la sombra de un gran y viejo árbol que, según se cree, era el único de toda Yedda en la década de 1920.
Como es de esperar, no faltan mezquitas por toda la ciudad; la más famosa es la mezquita flotante, situada en el extremo norte del paseo marítimo de la ciudad. Pero hay una mezquita histórica en el casco antiguo que destaca como testigo de los primeros tiempos del Islam fuera de las ciudades sagradas de La Meca y Medina. La antigua mezquita Al-Shafi'i, que lleva el nombre del célebre teólogo musulmán Imam Al-Shafi'i, se construyó originalmente durante el gobierno del segundo califa musulmán Omar Bin Al-Khattab y sigue funcionando como lugar de culto en la actualidad. Fabricada con barro marino, ladrillo, piedra y madera, constituye una valiosa pieza del patrimonio arqueológico de la Jeddah histórica y es, sin duda, uno de sus aspectos arquitectónicos más destacados.Al-Balad está salpicado de numerosos zocos y bazares antiguos, flanqueados por encantadoras tiendecitas que venden de todo, desde dátiles árabes hasta especias, miel, recuerdos, adornos de plata y oro y tejidos. Cuando el sol se pone y el calor y la humedad disminuyen, estos mercados tradicionales se despiertan y empiezan a bullir de visitantes y peregrinos que pasean por sus estrechos callejones laberínticos para perderse en los fragantes aromas y los vivos colores de los sacos de especias abiertos, los perfumes y los deslumbrantes tejidos de oro.
No es de extrañar que Al-Balad esté reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Esta ciudad histórica no sólo define la identidad arquitectónica e histórica de la región, sino que también es un testigo vivo del primer periodo islámico y de su vinculación con la actualidad.