El ministro de Asuntos Exteriores de Siria ha afirmado que las puertas están abiertas para el regreso de los refugiados, incluso cuando surgen advertencias sobre los peligros a los que se enfrentan los retornados en el territorio controlado por el régimen. Faisal Mekdad hizo esta afirmación en su discurso ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York anteayer.
Mekdad aseguró que el régimen del presidente Bashar Al-Assad está aplicando los procedimientos necesarios para facilitar el regreso de los refugiados. Estos procedimientos, sin embargo, son desde hace tiempo motivo de preocupación para los grupos de derechos humanos. A lo largo de los años se ha revelado que las autoridades del régimen detienen, desaparecen, torturan y, en ocasiones, matan a los refugiados a su regreso como algo rutinario.
Tras el estallido de la revolución siria en 2011 y la brutal represión del régimen de Assad contra los manifestantes pacíficos, aproximadamente la mitad de los 23 millones de habitantes del país antes de la guerra han huido del país o se han convertido en desplazados internos.
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Mekdad también pidió la retirada de las tropas estadounidenses y turcas de Siria. Las fuerzas extranjeras han respaldado a varios grupos de la oposición a lo largo del conflicto, y el ministro pareció amenazarlos con un enfrentamiento físico si no se van voluntariamente.
"Al igual que conseguimos eliminar a los terroristas de la mayor parte de Siria, trabajaremos para poner fin a la ocupación con la misma resolución y determinación, utilizando todos los medios posibles conforme al derecho internacional", explicó. Se refirió a todos los grupos de la oposición como "terroristas", como suele hacer el régimen.
El regreso de los refugiados a Siria ha sido durante mucho tiempo una cuestión controvertida, ya que los combates en el país han disminuido en gran medida en los últimos años, pero la ONU y la mayor parte de la comunidad internacional -salvo excepciones como Dinamarca- siguen considerando a Siria como un país inseguro.
A principios de este mes, la ONU fue acusada de intentar devolver a los refugiados sirios del campo de Rukban por la fuerza a territorio controlado por el régimen, acusación que negó con vehemencia.