En su intervención en una conferencia sobre el futuro de la industria del petróleo y el gas, el autor ganador del premio Pulitzer y experto en energía mundial Daniel Yergin afirmó que la pandemia de Covid-19 ha revelado que el mercado mundial del gas es más resistente que su homólogo del petróleo. Según Mckinsey, el mundo está asistiendo a una nueva transformación energética global, en la que el gas natural licuado (GNL) no sólo mostrará su resistencia, sino que será el combustible fósil de mayor crecimiento entre 2020 y 2035.
Cuando, un año antes de la pandemia de 2018, el mayor exportador mundial de GNL, Qatar, anunció su decisión de retirarse de la OPEP, puso fin a casi 60 años de pertenencia al cártel internacional de productores de petróleo. La retirada de la membresía de la OPEP no significó que Qatar saliera del negocio del petróleo por completo; simplemente se retiró de una organización que gobierna los mercados del petróleo. La decisión se produjo en el marco de una guerra de precios del petróleo entre los principales países miembros de la OPEP, Arabia Saudí y Rusia. En lugar de enredarse en el desacuerdo, Qatar decidió aparentemente centrarse en el desarrollo de sus propios recursos energéticos nacionales.
Hay dos razones para que Qatar se centre en el GNL. En primer lugar, se enfrentó a sanciones muy destructivas durante el bloqueo del Golfo de 2017/20. Desde entonces se ha dado cuenta de que la independencia energética es un requisito clave si quiere ser un actor importante en la diplomacia mundial. El grado de gestión y desarrollo de los recursos naturales de un país determinará el nivel de independencia que alcanzará, especialmente en una época de crisis como la pandemia.
El segundo punto está relacionado con el primero: la geopolítica de la seguridad energética en un momento de transformación. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) define la seguridad energética como la disponibilidad ininterrumpida de fuentes de energía a un precio asequible. Los países necesitan seguridad energética tanto a corto como a largo plazo.A corto plazo, la seguridad energética se centra en la capacidad del sector para reaccionar rápidamente a los cambios repentinos de la oferta y la demanda. A largo plazo, la seguridad energética se refiere sobre todo a las inversiones oportunas para suministrar energía de acuerdo con la evolución económica mundial y las necesidades medioambientales. Por ello, Qatar ha decidido centrarse en el GNL, su principal recurso natural, para desarrollar su tecnología y desarrollar una sólida protección del sector.
Sin embargo, Qatar también quiere adoptar la tecnología para las alternativas energéticas debido a la preocupación por el cambio climático. La AIE afirma que la situación geográfica del país conlleva muchos riesgos en cuanto al cambio climático, que tendrá un impacto significativo en la energía que necesitan las economías productoras de la región para mantener la vida normal. Por tanto, Qatar no tiene tiempo que perder si quiere transformar su sector energético.
Según un informe de S&P Global Platts, Qatar Petroleum gastará 200 millones de dólares en tecnología de reducción de emisiones para su proyecto de ampliación de North Field LNG. Esto sugiere que Qatar no quiere ser un país regional que dependa de los combustibles fósiles. La experiencia ha demostrado que esto ha planteado importantes retos internos a los países del Golfo, como la degradación del medio ambiente, incluida la contaminación del aire urbano y la creciente salinización de las aguas subterráneas.
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A largo plazo, las altas temperaturas de la región tendrán consecuencias medioambientales y sociales más graves si los gobiernos no adoptan medidas como el desarrollo de fuentes de energía renovables. Qatar ha iniciado el proceso centrándose en el GNL. No cabe duda de que, al igual que Japón, Qatar también se centrará en ello al comprometerse a aumentar su generación renovable hasta el 20% en 2030, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA).
La decisión de Qatar de retirarse de la OPEP en 2018 y su reciente anuncio para 2021 de no volver a formar parte del cártel demuestra que está avanzando hacia la evolución estratégica de su sector energético. El país, al parecer, está deseando convertirse en una superpotencia del gas en el mundo mediante la transformación de sus tecnologías. De este modo, se liberará de la hegemonía de la OPEP y ganará más independencia energética, al tiempo que podrá desarrollar sus objetivos en materia de energías renovables hasta 2030.
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