Los principales analistas políticos de Canadá reconocen cada vez más que las impopulares elecciones generales del 20 de septiembre fueron un error. Sin embargo, este error podría ser la perdición del Partido Liberal de Justin Trudeau en futuras elecciones.
El 69% de los canadienses no cree que sea necesario celebrar unas elecciones durante la cuarta ola de la pandemia de Covid. Los funcionarios y los analistas de los medios de comunicación no dieron mucha importancia a las encuestas de opinión pública en ese momento. En su lugar, se centraron en dos cuestiones principales: en primer lugar, si el Partido Liberal de Trudeau sería capaz de galvanizar la popularidad de sus políticas contra la pandemia para obtener una mayoría parlamentaria decisiva de 170 en la Cámara de los Comunes de Ottawa. La otra cuestión es si la nueva líder del Partido Conservador, Erin O'Toole, conseguiría galvanizar los votos de protesta, procedentes en su mayoría de los liberales y los nuevos demócratas.
Sin embargo, el resultado de la última votación fue casi idéntico al de octubre de 2019: los liberales de Trudeau sólo aumentaron su presencia en un escaño, los conservadores de O'Toole sólo perdieron dos escaños, que fueron ganados por el Nuevo Partido Democrático de Jagmeet Singh. Por su parte, el Partido Verde recibió otro revés con la pérdida de un escaño para volver al Parlamento con sólo dos escaños, mientras que el Partido Popular no pudo reunir suficiente apoyo para un solo escaño.
La pregunta que se hace en todo Canadá es: ¿qué sentido tienen las elecciones? Esta pregunta adquiere mayor relevancia cuando se sabe que esta ronda de elecciones parlamentarias ha sido la más cara de la historia de Canadá, estimada en casi 500 millones de dólares. Además, el momento fue especialmente desconsiderado, ya que la pandemia sigue cobrándose más vidas y dañando aún más la economía. El gasto frívolo nunca debería haber sido una prioridad en la agenda de Trudeau, pero lo fue, y había una razón para ello.
En 2015, Trudeau consiguió pisotear al Partido Conservador y a su líder de entonces, Steven Harper. Este último ha hecho mucho daño a Canadá, tanto a nivel interno -en términos de recortes en servicios sociales, armonía racial, etc. - como en el exterior, al ponerse del lado de los gobiernos conservadores y populistas de Washington y otros lugares.
Trudeau fue el "salvador" canadiense que modeló su estilo y su retórica a semejanza de Tony Blair cuando llegó a la política británica y de Barack Obama, con sus mensajes positivos de "esperanza" y "cambio". Los canadienses también se dejaron arrastrar por ese fervor, y Trudeau, junto con el Partido Liberal, arrasó con las recompensas, ganando las elecciones con la asombrosa cifra de 184 frente a los 99 escaños de los conservadores.
Con el tiempo, la realidad se impuso. Aunque Trudeau siguió siendo relativamente popular, su partido cedió un número importante de escaños en 2019, que fueron ganados en gran parte por los conservadores.
Además, el mapa electoral de Canadá, en lo que respecta al resto de partidos, también se ha desplazado en gran medida. Por ejemplo, en 2015, el Nuevo Partido Democrático obtuvo 44 escaños, mientras que el Bloc Québécois solo ganó diez. En 2019, los Nuevos Demócratas perdieron casi la mitad de sus ganancias, mientras que el Bloc Québécois recibió un enorme salto de 24 escaños.
Los liberales de Trudeau han sufrido varias crisis nacionales en los últimos años, incluyendo denuncias de acoso sexual contra un diputado liberal y acusaciones de corrupción y mala conducta. Según los estándares de la política relativamente mansa de Canadá, estas controversias habrían bastado para dar la vuelta a la tortilla una vez más. Sin embargo, la llegada de la pandemia de Covid ha tendido un salvavidas a Trudeau y su partido, permitiendo al primer ministro posar, una vez más, como el salvador de Canadá. El estado de emergencia provocado por la pandemia ha ahogado todas las demás cuestiones, ya que los canadienses -al igual que el resto del mundo- se han centrado en gran medida en minimizar las víctimas, manteniendo la economía en funcionamiento.
Por otro lado, los conservadores estaban tramando su regreso. O'Toole, que ascendió al liderazgo del partido en agosto de 2020, entendió que, para que los conservadores recuperaran su posición al frente, necesitaban actualizar sus posiciones en varios temas, como el cambio climático, el sistema sanitario y el control de armas, entre otros. En concreto, los nuevos conservadores de O'Toole se acercaron a los liberales de Trudeau en cuestiones que han dividido durante mucho tiempo a las élites políticas del país.
Como las posiciones de los dos principales rivales de Canadá se han vuelto casi idénticas, al menos retóricamente, Trudeau debe haber intuido que el tiempo sólo servirá a los intereses de los conservadores, cuya estrategia era ir comiendo poco a poco la ventaja parlamentaria de los liberales. Trudeau quería desestabilizar la nueva agenda política de los conservadores y aprovechar la supuesta popularidad de la gestión de la pandemia por parte de su gobierno. Al final, sus logros se quedaron en nada o, para ser más precisos, sólo un nuevo escaño en el Parlamento, ciertamente lejos de disfrutar de una mayoría parlamentaria.
Trudeau sigue tratando de poner una cara valiente, asegurando a los canadienses que "Eligieron un gobierno que luchará por ustedes y cumplirá por ustedes". Sin embargo, su humilde victoria resultará un lastre para el futuro del Partido Liberal y para el de Trudeau, personalmente.
Parece que la única urgencia que había detrás de las elecciones anticipadas en Canadá eran los intereses políticos de los liberales y de su líder en apuros. No había ninguna causa o cuestión nacional importante que debiera ser confrontada o abordada con urgencia. Sin embargo, ahora existe una causa mayor y seguramente será utilizada por todos los partidos de Canadá en su futura lucha por desbancar a los liberales, siendo la causa el despilfarro de Trudeau en aras de sus beneficios políticos y personales.
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