El recuento de votos estaba en marcha hoy en Irak, un día después de que la participación en las elecciones parlamentarias fuera mínima, lo que refleja lo que muchos iraquíes dijeron que era una pérdida de fe en el proceso democrático y la clase política del país, informa Reuters.
La participación en las elecciones de ayer fue del 41%, según la comisión electoral. La participación más baja se registró en Bagdad, con entre el 31% y el 34%.
Las máquinas de recuento de votos y de participación en los colegios electorales que Reuters visitó en todo Bagdad no mostraban más del 25 por ciento de participación al final de la votación. El recuento de la comisión se anunció 12 horas después.
La votación de ayer se celebró en respuesta a las protestas masivas de 2019 que exigían puestos de trabajo, servicios, la eliminación de los partidos gobernantes de Irak y la revisión del sistema político. Las fuerzas de seguridad y las milicias mataron a cientos de manifestantes en una brutal represión de los disturbios.
El país ha celebrado cinco elecciones parlamentarias desde la invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003 que derrocó al dictador Saddam Hussein, pero la mayoría de los iraquíes de a pie dicen que sus vidas no han mejorado ni siquiera durante la relativa paz desde que Daesh fue derrotado en 2017.
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Gran parte de las infraestructuras de Irak se encuentran en mal estado y no hay suficientes servicios sanitarios, educativos y básicos, especialmente la electricidad.
Hoy se esperan los primeros resultados de las elecciones.
Se espera que la élite gobernante establecida, dominada por los islamistas chiítas, cuyos partidos más poderosos tienen alas armadas, arrasen en la votación.
El movimiento liderado por el clérigo chiíta populista Moqtada Al-Sadr, que se opone a toda injerencia extranjera y cuyos principales rivales son grupos chiítas aliados de Irán, se perfila como el mayor partido único en el parlamento.
Funcionarios iraquíes, diplomáticos extranjeros y analistas esperan que los partidos respaldados por Irán, acusados de participar en la matanza de manifestantes en 2019, pierdan algunos escaños.
Tal resultado no alteraría dramáticamente el equilibrio de poder en Irak o en todo Oriente Medio, dicen.
Estados Unidos, los árabes del Golfo e Israel, por un lado, e Irán, por otro, compiten por influir en Irak, que proporciona a Teherán una puerta de entrada para respaldar a sus aliados armados en Siria y Líbano.
La invasión de 2003 derrocó a Saddam Hussein, un musulmán suní, y catapultó al poder a los chiíes mayoritarios y a los kurdos, que estaban oprimidos bajo el autócrata. Desató años de violencia sectaria, incluida la toma de un tercio del país por el Estado Islámico entre 2014 y 2017.