El horizonte parece haberse bloqueado para Khalifa Haftar y su futuro político depende de la evolución de la posición estadounidense en la crisis libia y en toda la región. A juzgar por las experiencias anteriores, su destino, así como el de su dinastía y el de sus socios, está cada vez más claro.
La Ley de Estabilización de Libia, aprobada por la Cámara de Representantes de Estados Unidos, y que está a la espera de la aprobación del Senado, será una espada que apuntará a muchas de las principales figuras de la escena, encabezadas por Haftar. Dado que sus hijos están en el centro de su sangriento proyecto después de que les concediera rangos militares y los asignara a los puestos más altos de su milicia, su destino no diferirá del de los hijos de líderes asesinos que les precedieron en el crimen, como Saddam Hussein y Muammar Gaddafi.
Estados Unidos insiste en que las elecciones libias se celebren a tiempo, y ante esta lentitud en dar los pasos necesarios para las elecciones, Estados Unidos y los países occidentales están activando su arsenal diplomático al tiempo que amenazan con sanciones. Esto puede verse perturbado por el veto ruso y la posición de apoyo de China si se discuten en el Consejo de Seguridad. Por ello, se introdujo una ley específica para la situación libia, que da a las instituciones estadounidenses a todos los niveles el espacio necesario para moverse y enfrentarse a la infiltración rusa en Libia y el Sahel, que amenaza sus intereses y los de sus aliados y complica los cálculos del próximo conflicto de EEUU con China.
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Unas semanas antes de que el Congreso votara la ley, los agentes de Haftar firmaron un contrato con dos grupos de presión para promocionar a Haftar en los círculos políticos estadounidenses y organizar reuniones para él con funcionarios de la Casa Blanca con el fin de hacer propaganda y mostrar el apoyo estadounidense a su persona en las elecciones presidenciales libias. Sin embargo, el contacto se interrumpió tras la votación de la ley, ya que los grupos de presión y las empresas de relaciones públicas no encontraron a ningún funcionario que aceptara reunirse con Haftar, ya que algunas de las cláusulas de la ley parecen especialmente dirigidas a él.
Haftar está siendo juzgado en ausencia en Virginia, esto es sólo una introducción a otros casos que se presentarán contra él por cargos de cometer crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad durante los años en que encendió guerras en Libia con el pretexto de luchar contra el terrorismo. Estos crímenes alcanzaron su clímax en el ataque a Trípoli en abril de 2019, antes de que sus fuerzas y mercenarios fueran derrotados y huyeran, dejando tras de sí devastación, minas y fosas comunes.
Su equipo de defensa no ha refutado los cargos que se le imputan porque no tiene ningún contraargumento que se pueda sostener frente a las pruebas presentadas por el abogado de las víctimas. En lugar de ello, se contenta con intentar obtener inmunidad en el juicio basándose en que tiene responsabilidades presidenciales y en que las leyes libias castigan con la pena de muerte a quienes faciliten información que contenga secretos pertenecientes al Estado libio. El tribunal rechazó esta supuesta inmunidad y dio a Haftar dos semanas para comparecer ante el tribunal y ser interrogado antes de que se emita el veredicto.Se ha informado de que algunas grandes potencias han ofrecido a Haftar la posibilidad de salir a salvo, residir en los Emiratos Árabes Unidos y dejar de obstruir el camino de la transformación en Libia. Puedo confirmar que la oferta es cierta, o al menos se propuso como una opción entre otras que están discutiendo Estados Unidos y sus aliados para el éxito del acuerdo político en Libia. Sin embargo, la situación en sus zonas de influencia debe estabilizarse.
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Dado el alcance de los crímenes cometidos por sus fuerzas y su documentación en varios informes internacionales, y el hecho de que se han cumplido las condiciones para presentar casos contra él en los tribunales libios e internacionales, es probable que no acepte una oferta que no le proteja de ser procesado durante el resto de su vida. Existe un precedente que permite procesar a quienes cometen crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos, ya que el ex tirano chileno Pinochet permaneció inmune al poder judicial incluso después de dejar el poder, pero en cuanto viajó fuera de Chile, la justicia internacional comenzó a procesarlo por crímenes y violaciones durante su gobierno.
Estuvo bajo arresto domiciliario durante un año y medio en Londres y su enfermedad no impidió que fuera procesado. Su incapacidad para comparecer ante los tribunales a causa de su grave enfermedad hizo que la justicia española dejara de procesarle, y Gran Bretaña le permitió regresar a Chile para vivir el resto de sus días aislado en un pueblo remoto.
Se sabe que Pinochet dio un golpe de Estado contra el presidente chileno electo Salvador Allende en la década de 1970 con el apoyo de la inteligencia estadounidense. Fue uno de sus agentes destacados en América Latina para hacer frente a la marea comunista, y luego Estados Unidos lo abandonó, como suele hacer cuando sus agentes ya no son útiles. Parece que la utilidad de Haftar para los intereses estadounidenses está llegando a su fin, y la aprobación de la Ley de Estabilización de Libia, la cancelación de sus contactos de relaciones públicas en EE.UU. para promocionarlo con el fin de ganar las próximas elecciones presidenciales, y el aumento de las conversaciones sobre una salida segura son fuertes indicadores de que se acerca la fase post-Haftar. Esta fase puede retrasarse si opta por la escalada y por no rendirse ante su inevitable destino. ¿Tiene todavía alguna carta que jugar?
Este artículo apareció por primera vez en árabe en Arabi21 el 18 de octubre de 2021
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