En algunos centros de trabajo de Egipto se ha empezado a prohibir la entrada a los empleados del sector público que no se hayan vacunado contra el coronavirus.
Los estudiantes de las universidades públicas también tienen prohibida la entrada a los campus si no están vacunados.
Según el ministro de Sanidad en funciones de Egipto, Khaled Abdel Ghaffar, más de 14 millones de personas han recibido una dosis de la vacuna y casi 27 millones han recibido dos.
Los casos han ido aumentando desde septiembre, cuando el país entró en su cuarta oleada.
A pesar de esta última prohibición, que entró en vigor ayer, el gobierno egipcio ha sido criticado por no imponer medidas de precaución, como el uso de mascarillas en el transporte público y en los edificios gubernamentales.
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No se han cerrado los comercios ni se han impuesto multas o sanciones a las personas que no cumplan las medidas preventivas.
La semana pasada, el sindicato médico egipcio anunció que unos 630 trabajadores sanitarios habían muerto a causa del coronavirus.
Egipto ha registrado 19.567 muertes por coronavirus, pero los críticos afirman que es probable que las cifras sean mucho más elevadas, ya que el país ocupa el quinto lugar en el mundo por no notificar los casos de coronavirus.
También la semana pasada se informó de que los departamentos de cuidados intensivos de todo Egipto estaban al máximo de su capacidad y que los hospitales se esforzaban por conseguir camas adicionales para tratar de satisfacer la creciente demanda.
Una vez más, se ha responsabilizado al gobierno de la escasez de camas, que, según los médicos, supondrá una carga para el suministro de oxígeno y medicamentos.
El sistema sanitario egipcio está al borde del colapso total debido a años de falta de financiación.