Este artículo no trata de promover tranquilizantes intelectuales ni de vender ilusiones a los oprimidos por las injusticias en Egipto durante los últimos ocho años y más. Más bien, es un intento de analizar algunos acontecimientos reales que ofrecen un auténtico rayo de esperanza en la oscuridad de Abdel Fattah Al-Sisi y su régimen.
El 3 de noviembre, la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP) emitió una directiva al régimen egipcio para que suspenda la ejecución de varios disidentes en el caso de la dispersión de la plaza Rabaa Al-Adawiya. Esto ejerce una verdadera presión sobre el régimen, que ha estado tratando de blanquear su imagen de derechos humanos y su reputación represiva al anunciar lo que Al-Sisi llamó la nueva estrategia nacional para los derechos humanos en Egipto.
Los Hermanos Musulmanes, dirigidos por el guía general en funciones Ibrahim Mounir, contrataron a Tayab Ali, del destacado bufete de abogados británico Bindmans, para que presentara una solicitud a la CADHP para que interviniera y detuviera la ejecución de opositores políticos en el caso de Rabaa. Recibí a Ali en el programa "Window on Egypt", emitido por el canal por satélite Al-Hiwar, y le pregunté si la medida de la CADHP es una victoria jurídicamente vinculante contra el régimen de Sisi, o algo que el presidente egipcio puede simplemente ignorar.
La respuesta del abogado fue interesante. Egipto, señaló, es signatario de la Carta Africana y miembro de la Unión Africana, por lo que entra directamente en la jurisdicción legal de la CADHP. En otras palabras, Egipto debe acatar la directiva inmediatamente y suspender las ejecuciones. Si no lo hace, estará violando de forma clara y explícita la Carta de la Unión Africana, lo que conllevará algunas repercusiones que el régimen egipcio realmente no desea.
Por lo general, Egipto se toma en serio las decisiones de la CADHP. Según Ali, se reunió con abogados egipcios que fueron a Gambia para defender la posición de Egipto en un caso similar, lo que sugiere que el régimen de Sisi no trata a la comisión con desdén.
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Además de la medida de la CADHP, tres organizaciones de los Países Bajos -la Organización para la Paz PAX, Stop the Arms Trade y la sección holandesa de la Comisión Internacional de Juristas- presentaron ante los tribunales holandeses una citación para que un representante del gobierno explique los acuerdos de armas que los Países Bajos han concluido con el régimen de Sisi durante el último año. Estos acuerdos han seguido adelante a pesar de estar prohibidos por la legislación neerlandesa debido al mal historial de derechos humanos de Egipto. El año pasado, por ejemplo, el gobierno holandés anunció un acuerdo de 114 millones de euros con la Armada egipcia para sistemas de mando y control y equipos de comunicaciones militares.
El gobierno holandés argumenta que la Armada egipcia se ha retirado de Yemen y, por tanto, ya no está implicada en violaciones de los derechos humanos. La respuesta del equipo jurídico fue que la marina está bajo el control del consejo militar egipcio y ha estado involucrada en muchos problemas de derechos humanos desde 2013.
La semana pasada no fue la mejor para el régimen de Sisi en materia de derechos humanos. A pesar de la reunión del ministro de Asuntos Exteriores egipcio, Sameh Shoukry, con su homólogo estadounidense, Antony Blinken, en el marco del diálogo estratégico entre Estados Unidos y Egipto, el Grupo de Acción Egipcia por los Derechos Humanos en Estados Unidos, un grupo independiente de juristas que centra sus esfuerzos en los acontecimientos de Egipto, planteó una serie de preguntas a la administración Biden y al secretario de Estado Blinken. Este último ignoró las cuestiones de derechos humanos en su reunión con Shoukry y sólo se refirió a ellas en un simple párrafo de la declaración conjunta difundida a los medios de comunicación.
El periódico The Washington Post señaló debidamente el fracaso de la administración Biden respecto a la situación de los derechos humanos en Egipto y el silencio de Washington sobre las continuas violaciones cometidas por el régimen de Sisi contra los opositores políticos. Así pues, la batalla entre Al-Sisi y los derechos humanos está lejos de haber terminado. Probablemente sólo terminará con la salida del ex general y su rendición de cuentas.
Mientras tanto, mientras el pueblo de Egipto se oponga al régimen y defienda su derecho a la democracia, la libertad y la dignidad, no perderá la esperanza. Esa es la lección que hay que aprender de los últimos acontecimientos.
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Este artículo apareció por primera vez en árabe en Arabi21 el 13 de noviembre de 2021
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