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Elecciones confusas en Libia

Protestas contra la solicitud de candidatura de Saif al-Islam al-Gaddafi, el hijo del ex gobernante libio Muammar Gaddafi, para las próximas elecciones presidenciales en Trípoli, Libia, el 15 de noviembre de 2021. [Hamza Alahmar - Agencia Anadolu]

Saif al-Islam Gadafi y Khalifa Haftar se presentan a las elecciones presidenciales previstas para el 24 de diciembre, y la polémica suscitada no ha añadido nada más al complejísimo panorama de Libia, aparte de alimentar el temor de que estas elecciones no sean una salida a la crisis que se agrava en este país, sino más bien uno de sus nuevos capítulos.

Esperar a conocer el resto de los candidatos y lo que sucederá respecto a ellos, así como los resultados de los recursos que pueda presentar alguno de los candidatos, no cambiará nada de la suspicacia que acompaña a estas elecciones.

Esta aprensión fue expresada por más de una parte, libia y no libia. Mencionaré aquí lo que dijeron dos antiguos enviados internacionales a Libia. Tarek Mitri dijo que "todo el mundo quiere elecciones en Libia o lo afirma, pero los compromisos sobre el reparto del poder y la celebración de elecciones por sí solos no garantizan la unidad del país y su paz, ya que no sustituyen la unanimidad de los objetivos nacionales que impiden las cuotas, el acuerdo sobre un nuevo contrato social y la construcción de las instituciones del Estado." Por su parte, Ghassan Salameh afirma que "no hay peor daño para la democracia que rechazar los resultados de las elecciones e intentar socavarlos con la violencia. Ejemplos de ello son los actuales Irak y Etiopía, y muchos países antes que ellos, cuyos perdedores se rebelaron contra el imperio de las urnas. Por ello, sus países se desgarraron en guerras civiles o cayeron en el dominio individual. Todos son perdedores en un partido que termina con la destrucción del estadio".

La razón de este pesimismo no es sólo la continua división en las instituciones políticas y de seguridad libias entre el este y el oeste, sino también la ausencia de un mínimo consenso político entre los partidos libios en conflicto para preparar la asistencia a las urnas. También hay que tener en cuenta la ausencia de una base constitucional para estas elecciones legalmente, así como un gran número de cuestiones difíciles que siguen pendientes en relación con estas elecciones. Algunos de estos interrogantes fueron expresados por Hanan Salah, especialista en asuntos libios de Human Rights Watch, cuando preguntó: "¿pueden las autoridades libias garantizar un entorno libre de coerción, discriminación e intimidación de los votantes, los candidatos y los partidos políticos? Dado que las normas electorales podrían excluir arbitrariamente a posibles votantes o candidatos, ¿cómo pueden las autoridades garantizar que el voto sea inclusivo? ¿Existe un plan de seguridad sólido para los colegios electorales? ¿Está el poder judicial en condiciones de tratar con prontitud y equidad los litigios relacionados con las elecciones? ¿Pueden los organizadores de las elecciones garantizar que los observadores independientes tendrán acceso a los colegios electorales, incluso en zonas remotas? ¿Ha organizado la Alta Comisión Electoral Nacional una auditoría externa e independiente del censo electoral?" A todas estas preguntas respondió: "Dada la situación en Libia, todo esto parece cuestionable".

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Con el riesgo de que se celebren elecciones presidenciales sin una constitución porque esto significaría definitivamente el establecimiento del gobierno del "líder" individual después de un amargo gobierno de esta manera durante 42 años con el coronel Gadafi, lo que más preocupa es la interacción internacional con la crisis libia, porque muestra no sólo una fuerte división entre dos campos que apoyan a un lado de Libia a expensas del otro. Esto es a la luz de las fuerzas extranjeras y los mercenarios que aún no han abandonado el suelo libio. También es una especie de aceptación de tratar con estas entidades en conflicto entre el este y el oeste del país, sólo porque son partes justas con las que se puede hablar independientemente de su legitimidad o representación, mientras que algunos albergan una convicción aterradora de que Libia sólo puede ser gobernada con puño de hierro y el liderazgo de un solo hombre.

Ni siquiera la conferencia de París, celebrada recientemente y a la que asistieron los países preocupados de un modo u otro por lo que ocurre en Libia, fue capaz de desatar los nudos de la celebración de las elecciones o de su aplazamiento. Se contentó con amenazar a quienes las obstruyen, ya sean personas o entidades, imponiéndoles sanciones, a pesar de que las anteriores no demostraron su eficacia, incluyendo lo decidido por la Cámara de Representantes de Estados Unidos en el marco de la Ley de Estabilización de Libia.

Una de las cosas más peligrosas a las que podría enfrentarse Libia es que cualquier cuestionamiento de la integridad de las elecciones o el rechazo de sus resultados puede llevar, una vez más, a la aparición de un gobierno en el este del país y otro en el oeste, después de que esta duplicidad se eliminara con gran dificultad mediante el gobierno de unidad nacional encabezado por Abdel Hamid Al-Dabaiba. También se teme que vuelva la amenaza de detener la exportación de petróleo libio. Si las fuerzas extranjeras y los mercenarios deciden apoyar a tal o cual partido después de que aparezcan los resultados, las cosas pueden complicarse más, e incluso podemos entrar en una violenta guerra civil con la presencia de candidatos problemáticos como Gadafi y Haftar. El ataque que tuvo lugar en algunas de las sedes de la Alta Comisión Electoral tras el anuncio de sus candidatos no hizo más que presagiar una posibilidad tan aterradora, que se ve agravada por los antecedentes y sensibilidades tribales y regionales.

¿Podría ser el aplazamiento de las elecciones la solución? Nadie puede estar seguro de ello, pero sí sabemos que celebrar las elecciones en las circunstancias actuales es extremadamente arriesgado, sobre todo porque el tiempo es muy corto para abordar los problemas que afectan a su integridad. Entre todas las hipótesis, los libios aguantan la respiración, así como los países vecinos y sus allegados.

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Este artículo apareció por primera vez en árabe en Arabi21 el 17 de noviembre de 2021

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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