Mientras que el representante especial estadounidense para Irán, Robert Malley, sorprendió a los observadores del expediente nuclear al afirmar que se acerca el punto de no retorno para este expediente, Israel está aumentando su tono, especialmente en el contexto de su disputa con EE.UU. sobre este expediente, subrayando que se ha vuelto más dispuesto a ir a la guerra contra Irán. Esto se dice en medio de llamamientos internos israelíes para que Israel confíe en sí mismo, y solo si se viera obligado a hacerlo para librar esta guerra. También ha anunciado, en consonancia con este anuncio, que ha aumentado el presupuesto militar para este fin, y todo esto tiene lugar sólo cinco días antes de la séptima ronda de negociaciones de Viena.
Teherán y Washington intercambian acusaciones sobre la falta de seriedad en la vuelta al acuerdo. Este último acusa a Irán de haber ganado tiempo a lo largo de las seis rondas anteriores de conversaciones, a la espera de la elección del presidente de línea dura Ebrahim Raisi para hacerse cargo del gobierno, lo que indica la falta de seriedad de Teherán, sobre todo porque el equipo del presidente Raisi, incluido el jefe de la delegación negociadora iraní ha anunciado su oposición al acuerdo más de una vez desde que se alcanzó en 2015. Mientras tanto, Washington expresó recientemente su seriedad al pedir a Israel que no se intensifique, advirtiéndole contra los repetidos ataques israelíes a las instalaciones iraníes, ya que tienen efectos adversos, especialmente después de que logró volver a operar estas instalaciones.
En cuanto a Teherán, acusa a Washington de no ser serio, ya que lo que se pide no es negociar el acuerdo, sino volver a un acuerdo pactado. No pide negociar expedientes adicionales. Lo que sorprende en este contexto es que Teherán no se refiera al asunto como "negociaciones nucleares", sino como negociaciones para levantar las sanciones ilegales y humanitarias, según el negociador iraní, Ali Bagheri, que acusó a Washington de continuar con su amenaza de imponer nuevas sanciones en lugar de cancelar las existentes. Esto se suma a la amenaza estadounidense de abandonar la diplomacia si Teherán no responde a las negociaciones y si sigue aumentando su arsenal nuclear, que crece a un ritmo sistemático.
La acalorada actividad a medida que se acerca la fecha de la séptima ronda, a finales de este mes en Viena, va acompañada de lo que se puede considerar como condiciones iraníes para garantizar el éxito de estas negociaciones, al frente de las cuales está no sólo el anuncio de Washington de cancelar y no congelar todas las sanciones, sino también la aplicación real de estas cancelaciones. Esto es algo que la administración Biden no puede aceptar, aunque quisiera, debido a los problemas relacionados con este expediente en el Congreso, incluso en el marco del Partido Demócrata y la Cámara de Representantes.
Para no salirse unilateralmente del acuerdo, como hizo la administración Trump hace tres años, Irán pide garantías de que no se saldrá más adelante de lo acordado. Sin embargo, esto requería la aprobación del Congreso sobre el posible nuevo acuerdo, lo que no es una opción dado el mencionado conflicto estadounidense dentro de la institución legislativa norteamericana.
Washington había indicado a través de los aliados europeos que respondería a la exigencia de Irán de no discutir expedientes adicionales a pesar de las presiones israelíes y de los árabes del Golfo, como los expedientes relacionados con las capacidades de misiles de Irán y sus intervenciones en la región, pero que él -Estados Unidos- discutirá estos expedientes con Irán "más tarde". Sin embargo, Irán lo rechaza por completo y lo considera una flagrante injerencia en sus asuntos internos, además de que la discusión de estos problemas está relacionada con sus vecinos de la región y no con ninguna otra parte, incluido Washington.
Después de que las negociaciones se suspendieran durante más de seis meses, y de que Teherán anunciara recientemente su reanudación, surgen más dudas sobre los motivos que han llevado a Teherán a aplazar las negociaciones todo este tiempo. Para Teherán, el asunto va más allá de estas cuestiones, ya que ha anunciado explícitamente que ha conseguido producir 25 kilogramos de uranio enriquecido al 60% y que está cerca de alcanzar el 90%. Esta declaración podría ser entendida por Washington y las demás partes como una forma de chantaje, ya que esperar más tiempo significa más enriquecimiento si no se llega a un acuerdo a tiempo antes de que aumente. El factor tiempo se interpreta aquí a favor de Irán, que, como dice, logró superar las sanciones. También cuenta con el factor de presión en el ámbito del enriquecimiento, al que Robert Malley respondió con su ya mencionada amenaza.
Quizás el factor determinante de cara a las próximas negociaciones, es el hecho de que Irán se dirige a estas negociaciones unificado y con una estrategia clara, basada en no precipitarse ni manifestar su deseo de llegar al final de estas negociaciones a cualquier precio, ya que con sus recientes maniobras se ha vuelto más preparado políticamente y más capaz de hacer frente a las amenazas militares. Mientras tanto, las otras partes están más fragmentadas, ya sea en el plano político interno estadounidense o en el contexto de las diferencias entre Washington y Tel Aviv.
De ahí que las posibilidades de éxito en la séptima ronda de Viena parezcan escasas, salvo que se produzca una sorpresa inesperada.
Este artículo apareció por primera vez en árabe en Al-Ayyam el 24 de noviembre de 2021
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