En la primera condena de un miembro del Daesh por cometer genocidio, un hombre iraquí ha sido condenado a cadena perpetua por un tribunal alemán. El caso, que se juzgó en el marco de la jurisdicción universal, declaró a Taha Al-Jumailly, de 29 años, culpable de llevar a cabo el delito de genocidio contra los yazidíes.
Al-Jumailly fue acusado de asesinar a una niña de la minoría yazidí tras esclavizarla a ella y a su madre, mientras militaba en las filas de Daesh. Se dice que se unió al grupo terrorista en marzo de 2013, donde ocupó numerosos cargos en las filas de la rama de la organización en Raqqa, así como en Irak y Turquía.
El tribunal determinó que Al-Jumailly había comprado a una mujer yazidí, Nora, y a su hija de cinco años como esclavas en el verano de 2015 y las sometió a ambas a duros abusos, incluyendo violencia y trabajos forzados. La madre y la hija fueron encadenadas y se las dejó morir de sed.
Cuando el tribunal de Fráncfort le declaró culpable de genocidio y leyó el veredicto, Al-Jumailly se desmayó temporalmente.
VIDEO: 5 escaños parlamentarios cambian tras el recuento manual de votos en Irak
Según los fiscales, mató a la niña de cinco años porque pertenecía a la minoría yazidí y pretendía eliminarla.
La abogada de derechos humanos Amal Clooney, con sede en Londres, formó parte del equipo legal que representó a la madre de la niña. Ha expresado su esperanza de ver "un esfuerzo global más concertado" para llevar a los miembros de Daesh ante la justicia tras la condena de la esposa de Al-Jumailly, Jennifer French, que fue encarcelada el mes pasado por diez años por su papel en la muerte de la niña.
Alemania es uno de los pocos países que ha perseguido a los miembros de Daesh por sus crímenes contra los yazidíes. Berlín ha recibido nuevos elogios tras el veredicto de ayer, que ha puesto de manifiesto la eficacia del principio de jurisdicción universal.
El veredicto demuestra que los abogados defensores de los derechos humanos están logrando cierto éxito en estos casos. Los tribunales alemanes procesaron con éxito a un antiguo agente de la policía secreta siria por complicidad en crímenes contra la humanidad por su papel, casi diez años antes, en la detención y transporte de manifestantes a un centro de interrogatorio conocido por sus torturas.