En Túnez se plantean actualmente muchas preguntas que no tienen respuestas definitivas y concluyentes. El presidente Kais Saied fue capaz de congelar el Parlamento, levantar la inmunidad individual de los diputados, destituir un gobierno y sustituirlo por otro, y suspender dos tercios de la Constitución. A pesar de toda la presión ejercida contra él, no se ha echado atrás, ni ha aceptado ninguna concesión ni ha entablado ninguna negociación pública o de bajo perfil.
Han pasado ya cinco meses desde que introdujo sus "medidas de emergencia" en julio, sin que haya habido ningún avance en diversos ámbitos, especialmente en el económico. La mayoría de los indicadores siguen siendo negativos o peores que antes de julio, así que ¿podrá Saied conseguir el resto de su proyecto político que promueven sus partidarios? La fiesta nacional del 17 de diciembre, que conmemora la revolución de 2011, puede ser una ocasión para desvelar oficialmente este proyecto, o al menos para arrojar luz sobre sus rasgos más destacados.
Se supone que antes de pasar a la siguiente etapa, el presidente debe cerrar los numerosos expedientes abiertos, y completar lo que ha empezado a aplicar o lo que ya ha anunciado. Pero primero debe determinar el destino del parlamento suspendido, que ha cerrado sus puertas; sus miembros ni siquiera tienen derecho a ser tratados en las instituciones del sector público y sus salarios están congelados. Además, los diputados tienen prohibido viajar y ven cuestionados su honor, su patriotismo y su moral. Incluso el edificio del parlamento, considerado el segundo de su clase en el mundo tras la construcción de las Casas del Parlamento en Londres, se está deteriorando debido a su cierre.
El presidente no ha tomado una decisión definitiva al respecto. ¿Decidirá la disolución total del parlamento y, por tanto, deberá anunciar unas elecciones legislativas anticipadas? Es una decisión que Saied no quiere tomar ahora, a menos que se publique una nueva ley electoral que permita un cambio profundo del mapa político en Túnez.Además, debe eliminar a Ennahda de la escena política antes de liberarse de los demás partidos políticos. Después de congelar el parlamento y tirar de la manta bajo los pies del líder de Ennahda, Rached Ghannouchi, el presidente ha estado buscando la fórmula legal que le permita deshacerse definitivamente de este movimiento de peso. Su mejor solución es apoyarse en el hecho de que el movimiento ha pagado a una empresa estadounidense para que haga lobby en su nombre con el fin de mejorar su imagen.
Las pruebas de ello existen; no se pueden cuestionar porque están publicadas en la página web del Departamento de Justicia de Estados Unidos, y fueron mencionadas en el informe del Tribunal de Cuentas de Túnez. Sin embargo, Saied no puede culpar a Ennahda de todo sólo para poder superar sus numerosas dificultades. En cualquier caso, ¿se puede demostrar que el dinero pagado a esta empresa estadounidense salió de Túnez a petición de Ennahda? ¿Cuál es la relación de este contrato, firmado en América, con las elecciones legislativas de Túnez de 2019? Este contrato prevé el pago de fondos a cambio de servicios para Ennahda dentro de América, mientras que la ley electoral en la que se basa el Tribunal de Cuentas habla de fondos transferidos desde fuera de Túnez a los candidatos a las elecciones dentro de Túnez, y que esta financiación se dio a las listas de candidatos de Ennahda y afectó al resultado de las elecciones. Por el momento no se dan los requisitos necesarios para emprender acciones legales contra Ennahda y sus dirigentes.
En el caso de que el presidente Saied decida procesar a Ennahda y a sus dirigentes a pesar de todo, es probable que sea un caso largo, lo que impediría el rápido cambio de escenario político que él desearía. El citado informe contable también incluía datos relacionados con la financiación anónima de páginas web que apoyaban la campaña presidencial de Saied y pedía una investigación. Esta es una cuestión que Ennahda planteará inevitablemente si es necesario al defenderse.
Para que el presidente Saied cambie las tornas a su favor, debe controlar el poder judicial disolviendo el Consejo Judicial Supremo y nombrando jueces leales a él, al tiempo que cambia su ley básica o interna. No es fácil, y no pasará sin resistencia por parte de los propios jueces, que actualmente gozan de un fuerte apoyo de los partidos políticos y de la sociedad civil.
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Algunos podrían decir que la popularidad del presidente Saied, y el fuerte apoyo del que goza por parte de las instituciones militares y de seguridad, le permitirán superar todos estos obstáculos y completar su recorrido emitiendo una serie de decretos presidenciales, imponiendo así una nueva realidad a la que sus oponentes no pueden hacer frente en la situación actual. Sin embargo, los expertos y los conocedores del derecho y la política afirman que si Saied lo hiciera sin tener en cuenta los aspectos procesales e institucionales, probaría la acusación de "golpe contra la Constitución" que le dirigen sus opositores, y reforzaría así su aislamiento en el país y en el extranjero.
Túnez se encontraría entonces en una situación económica y política sin precedentes, con un potencial de consecuencias desconocidas. Las repercusiones podrían llevar al colapso de muchas instituciones, y a la transformación del país en un espacio anárquico sin leyes ni normas a las que todo el mundo esté obligado. En ese momento, la democracia habrá sido abortada, a pesar de la afirmación del presidente de que se atiene a la vía democrática y de que se protegen las libertades.
Este artículo apareció por primera vez en árabe en Arabi21 el 12 de diciembre de 2021
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