Al encontrarse sin trabajo como consecuencia del brote de coronavirus en Gaza, el panadero Ehab Atef Oud, de 36 años, pasó de hacer pan a fabricar el utensilio perfecto para hornear: hornos de barro.
"Solía trabajar en una panadería en Abasan Al-Kabira. Debido al estallido del COVID-19, mis circunstancias cambiaron. Ahora hago unos hornos tradicionales de arcilla y heno, que compro, y los vendo a la gente", dice a MEMO.
"La mayoría de los jóvenes de Gaza están desempleados, no hay oportunidades de trabajo. Elegí este oficio porque vivo en un pueblo y a la gente le gustan estos hornos".
"Hay que dejar el horno de barro bajo la luz del sol para que se seque y pueda soportar el calor de la cocción. En invierno tarda de dos a tres días en secarse".
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Los hornos de barro, dice, hacen que los alimentos y las bebidas tengan un sabor diferente. "Mi abuela me dijo que el horno de barro es diferente a la cocina de gas. A mí me pareció un sabor extraordinario".
Para los lugareños, este utensilio de cocina tradicional les da la seguridad de que sus alimentos se cocinarán con la mejor calidad. "Podemos hacer pan con él y estar seguros de que el pan saldrá bien, hecho a mano y limpio", dice uno de los clientes de Ehab.
"El horno de barro es lo mejor que tenemos. A veces no tenemos gas para cocinar, así que venimos aquí a cocinar todo".