La semana pasada, las agencias de inteligencia estadounidenses compartieron información que revelaba que Arabia Saudí está desarrollando un misil balístico con el apoyo de China. Poco después, el hecho de que Irán lanzara un ejercicio llamado "El Gran Profeta 17", en el que también utilizó misiles balísticos, volvió a poner al Golfo en la primera línea internacional.
El hecho de que ambos países reciban ayuda de China para desarrollar un programa de misiles balísticos plantea un grave problema para la reciente política estadounidense de cercar a China. El mundo tiene curiosidad por conocer la actitud de EEUU, que ha reaccionado con dureza al hecho de que sus aliados en la región hayan desarrollado hasta ahora una cooperación con China en áreas estratégicas, ante este movimiento de los saudíes. De hecho, podemos decir que la situación actual se debe a la imprevisibilidad de la política exterior estadounidense y a la determinación china de perseguir sus intereses vitales en el Golfo.
La búsqueda de seguridad alternativa por parte de los saudíes
Mientras EE.UU. sigue sin ser ético a la hora de bloquear las actividades nucleares y es aceptado como miembro de pleno derecho de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), Irán ha conseguido un fuerte patrocinador en China. Esto ha dado lugar a una apertura total de la asimetría de poder contra los saudíes en la rivalidad iraní-saudí en el Golfo. La falta de voluntad de Estados Unidos para responder a las amenazas iraníes contra el régimen saudí, el abandono de los saudíes en la guerra de Yemen en solitario y la retirada de los sistemas de defensa aérea estadounidenses del sur de la capital saudí, Riad, en septiembre, obligaron a los saudíes a buscar alternativas en materia de defensa.
Aparte de los misiles balísticos Dongfeng-3 importados de China en 1988, los saudíes han realizado todas sus compras de armas a los países occidentales, especialmente a Estados Unidos, con gran lealtad desde 1932, cuando se fundó Arabia Saudí, pero ahora han empezado a cuestionar su dependencia de Occidente en materia de defensa.
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El hecho de que los saudíes se dirijan a China, el mayor rival de Estados Unidos en las industrias de defensa y armamento, conlleva importantes mensajes en este proceso. Se está produciendo un cambio importante en esta política de EE.UU. que, en el pasado, consideraba Oriente Medio una política exterior prioritaria para rodear a los soviéticos, garantizar la seguridad energética y apoyar la seguridad de Israel. Hasta principios de 2010, Estados Unidos era el garante más importante de la estabilidad política y la integridad territorial de los Estados del Golfo, pero, desde entonces, ha empezado a salir de su papel de garante en la región.
Con esta orientación de EE.UU., que ya no depende de los recursos energéticos de la región con la revolución del fracking y ha adoptado el objetivo prioritario de política exterior de limitar a China con su estrategia de "pivote asiático", la región del Golfo ha empezado a perder su prioridad. Sin embargo, con las doctrinas de Eisenhower (1957), Nixon (1969) y Carter (1980), el país declaró que la región del Golfo era un área vital de interés para EE.UU. y declaró que cualquier desafío a los intereses estadounidenses en esta región sería respondido utilizando todos los medios. La erosión de la misión de Estados Unidos como garante de la seguridad de los regímenes de los Estados del Golfo y el hecho de que sus aliados en la región se vean obligados a defenderse es la razón más importante por la que los saudíes están buscando alternativas diferentes.
La política china de entrar en el Golfo
El vacío de poder en toda la región creado por el hecho de que Estados Unidos haya sido despojado de su papel de garante de la seguridad en la región ha creado una importante oportunidad para China que, durante muchos años, ha estado buscando un lugar en la escena política mundial. China está recurriendo a una estrategia en forma de seguridad energética, comercio e inversión, respondiendo a las actividades militares estadounidenses en el Mar de la China Meridional y creando alianzas regionales sobre la cuestión uigur.
La región del Golfo tiene una importancia indispensable en términos de seguridad energética para China, cuyas necesidades energéticas aumentan debido al rápido crecimiento de su economía. La región del Golfo, que posee dos tercios de las reservas mundiales de petróleo y gas natural y está geográficamente muy cerca de China, representa hoy por sí sola el 55% de las importaciones chinas de petróleo. La demanda de gas natural también está en alza debido a la sensibilidad sobre el consumo de energías limpias. China, que consumía 15 millones de barriles de petróleo al día en 2021, se espera que aumente su consumo a 20 millones al día, y es casi imposible satisfacer esta creciente demanda desde otra zona fuera del Golfo. Esto, por sí solo, hace que la región del Golfo sea extremadamente importante para la política exterior china.
Otro elemento que hace que el Golfo sea importante para China son las ventajas económicas y geopolíticas únicas que ofrece la región en términos de inversión y comercio. Para el éxito de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China anunciada en 2013, la región del Golfo tiene una importancia indispensable. Además, los Estados del Golfo, que cuentan con ricas reservas de petróleo y se están volcando en importantes proyectos de infraestructuras utilizando los enormes fondos de que disponen, ofrecen importantes ventajas desde el punto de vista de China, que considera la inversión y el comercio como el punto más importante de su política exterior.
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En tercer lugar, China, que en los últimos meses ha sido blanco del subpacto nuclear AUKUS (Reino Unido-Australia-Estados Unidos) que pretende diezmar a China en el Mar de China Meridional, también quiere superar este asedio estableciendo estrechas relaciones con los Estados del Golfo. En particular, la cooperación con Irán, el único actor con capacidad y motivación para desafiar el statu quo regional definido por EE.UU., es extremadamente importante para China.
Por último, China está tratando de manejar los problemas derivados de la cuestión uigur, que la han colocado en una posición difícil en política interior y exterior, forjando una alianza con dos países (Irán y Arabia Saudí) que pretenden liderar el mundo islámico en la región del Golfo. Desde el punto de vista de China, la perspectiva de que la cuestión uigur se convierta en una yihad global, como ocurrió en Afganistán en la década de 1980, es la amenaza interna más importante. Gracias a las estrechas relaciones que ha desarrollado con Irán y Arabia Saudí, China espera obtener el apoyo de dos importantes países del mundo islámico para su propia opinión sobre la cuestión uigur, que recientemente ha pasado a primer plano en Occidente.
La rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China en el Golfo
En el periodo en el que nos encontramos, la política mundial es el escenario de una intensa competencia geopolítica entre EE.UU. y China. En esta competencia, el Golfo destaca como una región muy importante por su posición geopolítica, sus ventajas ideológicas y sus ricos recursos energéticos. Durante muchos años, Estados Unidos se opuso firmemente a la cooperación de sus aliados en la región con China en los ámbitos de la tecnología avanzada y la industria de defensa. Pero ahora la imprevisibilidad de la política exterior estadounidense ha obligado a sus aliados, que tienen una creciente percepción de amenaza, a buscar alternativas.
Es sabido que China ha apoyado durante mucho tiempo el programa de misiles iraní, pero hoy los saudíes, al igual que Irán, se ven obligados a recurrir a China en el campo de los productos de defensa, lo que ha supuesto importantes riesgos para el futuro de la hegemonía estadounidense en la región del Golfo. El afán de China por llenar el vacío de poder dejado por Estados Unidos, que recientemente ha dado muestras de retirarse de la región del Golfo, indica que habrá transformaciones significativas en la política regional en un futuro próximo.
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