Una semana después de la reunión entre el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y Benny Gantz en la casa del ministro de Defensa israelí, las reacciones son continuas. Las opiniones varían: algunos lo aprueban, otros se oponen; algunos piensan que la reunión podría ayudar a lograr un avance político con los palestinos; y otros creen que la reunión tenía intereses personales y partidistas para Gantz, que busca mejorar su posición en el gobierno.
Es cierto que la mayoría de las reacciones israelíes no se mostraron entusiasmadas con la reunión, dado que Abbas ya no es relevante para los acontecimientos políticos y que la administración estadounidense no quiere seguir la vía política debido a sus muchas otras preocupaciones. Sin embargo, quienes se oponen a la reunión en público no lo hacen a puerta cerrada. Las posiciones de la derecha son claramente para el electorado.
Gantz atacó a los ministros que se opusieron a su reunión con Abbas, acusándolos de prestar más atención a los intereses partidistas y personales a expensas de las necesidades de seguridad de Israel. Afirmó que el motivo de su reunión era proteger a los israelíes y hacer frente a Hamás en Cisjordania. Es obvio que los ministros israelíes difieren en este asunto, y una de las opiniones predominantes es que los dirigentes de la AP son corruptos y oprimen a los palestinos.
La defensa de Gantz de que su reunión con Abbas pretendía evitar una tercera intifada palestina fue rechazada por sus oponentes en Israel. Destacaron que existen contactos regulares entre altos funcionarios de la AP y sus homólogos israelíes centrados en la cooperación en materia de seguridad. Al parecer, dichos funcionarios han mostrado una voluntad de abordar la cuestión que coincide con la de los israelíes.
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El resultado final, sin embargo, es que las relaciones entre los palestinos e Israel no están en su mejor momento. No obstante, Gantz ha acordado pagar cien millones de shekels en impuestos por adelantado a la AP, y conceder 600 permisos de negocios y 500 permisos VIP para altos funcionarios de la AP.
Las críticas de la derecha a la reunión Gantz-Abbas plantean importantes cuestiones sobre el líder ideológico de la derecha, Benjamin Netanyahu. A lo largo de sus doce años en el poder no canceló los Acuerdos de Oslo; no rompió las relaciones con la AP; y no la definió como un enemigo o una entidad terrorista. Netanyahu ni siquiera cumplió su principal promesa hecha en vísperas de las elecciones de 2009 de derrocar a la autoridad de Hamás en Gaza.Esta duplicidad de la derecha sobre la reunión Gantz-Abbas confirma lo que muchos israelíes saben desde hace muchos años: las cuestiones vistas desde fuera o desde la posición de la oposición suelen ser diferentes cuando se miran desde dentro. La opinión del Likud de que la reunión era una amenaza para Israel no es, por tanto, más que una disputa política de partido.
Al mismo tiempo, no es ningún secreto que la reunión de Abbas con Gantz no pretendía hacer avanzar el proceso político, como ha afirmado el equipo de la AP. Los israelíes han refutado esto diciendo que se centró en cuestiones de seguridad y en la cooperación en materia de inteligencia entre las autoridades de ocupación y la AP. Se trató claramente de intereses israelíes, como atestiguan los jefes del establecimiento militar, la agencia de seguridad interna Shin Bet y el ejército israelí.
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Los israelíes que apoyan la reunión no tienen grandes esperanzas de que conduzca a la reanudación del proceso político con los palestinos. Al mismo tiempo, saben que se enfrentan a difíciles compensaciones en Cisjordania, donde la elección es entre la AP controlada por Fatah y Hamás. Creen que la cooperación con Abbas sigue siendo la opción menos perjudicial. Abbas no dudó en confirmar a su anfitrión israelí que seguiría bloqueando la resistencia a la ocupación. Gantz sigue agradeciendo que las fuerzas de seguridad de la AP rescaten a los colonos que entran en las ciudades palestinas.
Lo más importante es que los israelíes de todas las partes saben que la coordinación en materia de seguridad con la AP redunda en el interés de Israel. Por esta razón, Netanyahu aceptó que sus principales ministros se reunieran con Abbas. En sus primeros años en el cargo, también abrazó a Yasser Arafat e invitó a Abbas a su propia casa. En ausencia de un proceso político, Israel está obligado a mantener un canal de comunicación con la AP, aunque sea impopular, para proteger a los colonos y soldados de las operaciones de la resistencia.
La reunión Gantz-Abbas, sin grandes promesas en ninguno de los dos sentidos, rompió así el estancamiento que dominaba la relación entre Israel y la AP durante la era Netanyahu, en la que la total falta de confianza entre ambos era destructiva. Netanyahu tomó medidas para debilitar a la AP, de las cuales la más destacada fue el plan de anexión que intentó promover en 2020. Gantz desempeñó un papel importante para frustrar esa peligrosa medida.
De hecho, incluso en ausencia de negociaciones políticas, en los últimos seis meses Gantz ha liderado un cambio fundamental en las relaciones con la AP, que ha sido bien recibido por la administración Biden en Washington. Estados Unidos tiende a promover a Gantz a expensas de sus oponentes políticos, porque será más fácil si es primer ministro aplicar el "acuerdo del siglo" de Donald Trump que quieren los estadounidenses, a pesar del cambio de ocupante en la Casa Blanca.
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