El enviado especial de las Naciones Unidas para Siria ha descartado la necesidad de un cambio de régimen en Siria y ha afirmado que el país es estable bajo el mandato del presidente Bashar Al-Assad, lo que parece confirmar los temores de muchos de que la ONU está a favor de cooperar con Assad.
Geir Pedersen hizo estos comentarios en una reunión con el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir Abdollahian, ayer durante su visita a Irán, en la que ambos discutieron la situación actual en Siria y el camino hacia una solución política.
Según el periódico Tehran Times, el enviado de la ONU dijo a Abdollahian que Siria es actualmente estable y que ninguna parte está discutiendo o considerando un cambio de régimen en el país. También insistió en la necesidad de mantener la soberanía nacional de Siria, la estabilidad política y su integridad territorial.
Pedersen citó las elecciones presidenciales de mayo del año pasado -en las que supuestamente Assad obtuvo un asombroso 95% de los votos- como ejemplo de que Siria está viviendo un periodo de paz tras una década de conflicto.
Aunque la ONU nunca ha apoyado directamente a Assad ni ha abogado por un cambio de régimen, es probable que los comentarios del enviado provoquen la indignación y la reacción de los disidentes sirios y de los activistas de los derechos humanos, que llevan tiempo expresando su consternación por el hecho de que la ONU y la comunidad internacional mantengan conversaciones con el régimen de Assad y lo traten como la autoridad soberana en Siria.
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Sin embargo, a lo largo del proceso de paz en curso, la ONU ha mantenido que hay que hablar y negociar con el régimen como actor principal en el país si se quiere llegar a una solución política.
Los comentarios de Pedersen también representan un cambio importante en la narrativa en torno a la legitimidad general del régimen sirio, ya que muchos en Oriente Medio están restableciendo los lazos con Assad después de una década.
Supone un importante contraste con las predicciones de que Estados Unidos y otras naciones occidentales intentarían derrocar a Assad y aplicar una política de cambio de régimen en Siria, una opinión que se generalizó tras la brutal represión del régimen de Assad contra los manifestantes pacíficos al inicio de la revolución siria de 2011.
La afirmación de que Siria es segura también se pone en duda, ya que las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia del régimen siguen cometiendo abusos contra los derechos humanos con regularidad, a pesar de que los combates han disminuido en su mayor parte y de que Assad ha recuperado la mayor parte del territorio.
Se produce en medio de una creciente preocupación por la relación de la ONU con Assad y su postura sobre el retorno de los refugiados, especialmente en septiembre, cuando se acusó a la ONU de intentar devolver por la fuerza a los refugiados sirios del campo de Rukban a territorio controlado por el régimen, lo que negó.