Putin aprovechó su visita a Pekín el viernes 4 de febrero para promover un nuevo acuerdo de gas con China, estimado en 117.500 millones de dólares, para escapar de las esperadas sanciones de la OTAN y la UE en caso de no llegar a un acuerdo sobre Ucrania y de las garantías solicitadas por Rusia en Europa del Este.
El nuevo acuerdo de gas se sumó a otro anterior para suministrar gas ruso a China a través del gasoducto Power Siberia, de 8.000 km, que viene del este de Rusia a través del este de China. Este gasoducto ha suministrado a Pekín más de 10.000 millones de metros cúbicos de gas en los últimos tres años, y se espera que el gasoducto de Mongolia procedente de Rusia se una a él.
Alianza del gas frente a las sancionesPekín ha encontrado en el gas ruso un refugio seguro que puede reducir la dependencia del gas australiano, ya que China importa el 40% de sus necesidades del problemático socio comercial Australia; un socio que no ha dejado de criticar a Pekín con el pretexto de ser responsable del brote del coronavirus unas veces, y de vulnerar los derechos humanos de la minoría musulmana uigur y de los ciudadanos de Hong Kong, en violación del acuerdo de un país y dos sistemas en Hong Kong, otras.
Las críticas procedentes de la capital australiana, Canberra, se convirtieron rápidamente en una amenaza directa a la seguridad de Pekín después de que Canberra se uniera al acuerdo de seguridad AUKUS, que incluye a Australia, Inglaterra y Estados Unidos para suministrar a Canberra 12 submarinos de propulsión nuclear.
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Los riesgos económicos de la dependencia de Pekín del gas australiano han aumentado, al igual que los riesgos de la dependencia rusa del mercado energético europeo debido a la crisis de Ucrania y a las reiteradas amenazas de imponer sanciones a Moscú, que suministra al continente europeo el 30% de sus necesidades. Había aspirado a duplicar sus exportaciones mediante la explotación del gasoducto Nord Stream en el Mar Báltico hacia Alemania.
Las preocupaciones reforzaron el acercamiento ruso-chino a través de la declaración conjunta firmada por el presidente chino, Xi Jinping, y el ruso, Vladimir Putin, en Pekín, el pasado viernes, para sortear el arma energética limitando a los productores y al mercado.
Declaración conjunta de PekínEl acercamiento chino-ruso no se limitó al gas, sino que se extendió a grandes expedientes estratégicos como la cuestión de la proliferación nuclear, la eliminación de los laboratorios de armas químicas y biológicas, y la cuestión de la expansión de la OTAN y el establecimiento de nuevas alianzas en el Pacífico y el Índico.
Este acercamiento se plasmó en la declaración conjunta ruso-china de los presidentes Putin y Xi en la Cumbre de Pekín. La declaración hacía hincapié en el rechazo a la expansión de la OTAN hacia el este, cerca de la frontera rusa, y declaraba la solidaridad de Pekín con las exigencias de Moscú de proporcionar garantías escritas y legales para impedir la expansión de la OTAN cerca de sus fronteras. La declaración fue acompañada por el apoyo ruso a China en sus críticas a la alianza AUKUS, que incluye a Australia, Inglaterra y Estados Unidos en el Indo-Pacífico. La declaración advertía del acuerdo AUKUS como una amenaza para la seguridad y la estabilidad en los océanos Pacífico e Índico.
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La declaración conjunta chino-rusa no estuvo exenta de claros indicios de apoyo ruso al principio de una sola China a cambio del apoyo chino a la posición de Rusia en el este de Ucrania.
Una nueva era
La Cumbre de China culminó los esfuerzos de cinco años de cooperación y acercamiento entre ambos países, con la esperanza de establecer una nueva era de multipolaridad, que los Presidentes chino y ruso destacaron en la Cumbre conjunta de Pekín.
La esperanza de la nueva era es no depender en su estructura del poder militar y nuclear de los estados o de las alianzas militares por sí solas, ni siquiera de las diversas estructuras económicas. Estas estructuras que Moscú y Pekín pretenden desarrollar son mediante la introducción de sistemas de transferencia financiera SWIFT que van más allá del actual sistema financiero controlado por Estados Unidos y sus aliados a través de 3.000 instituciones financieras.
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Pekín y Moscú buscan apoyar este sistema mediante el aumento del intercambio comercial entre ambos países, que el año pasado experimentó un importante incremento del 34% hasta alcanzar los 140.000 millones de dólares, con expectativas de que aumente hasta los 200.000 millones en 2022 tras la firma de 14 acuerdos comerciales entre ambos países. China y Rusia también buscan apoyarlo abriendo la puerta a nuevos mercados y a nuevas estructuras institucionales y financieras, entre las que destacan el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras o el acuerdo OPEP+ que Rusia contribuyó a lograr en 2017.
Por último, la cumbre de Pekín entre el presidente chino, Xi Jinping, y el ruso, Vladimir Putin, es la primera cumbre de este tipo que presentó una visión clara y explícita de un sistema multipolar. Las alusiones se convirtieron en declaraciones, posicionamientos y alianzas semi-anunciadas entre los dos países para establecer un sistema económico y de seguridad multipolar.
Este artículo apareció por primera vez en árabe en Arabi21 el 10 de febrero de 2022
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