Según Ali Shamkhani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, la tarea del negociador iraní en la nueva ronda de negociaciones nucleares que comenzó el 7 de febrero se limita a levantar las sanciones. Su tuit en este sentido se adelantó a las conversaciones de Viena. Esto ha sido confirmado por otros funcionarios iraníes, que enviaron un mensaje claro de que cualquier solución debe partir de la cuestión de las sanciones.
Las negociaciones se detuvieron durante una semana, en la que las delegaciones volvieron a sus capitales para realizar consultas. Aparentemente, la delegación iraní estaba más decidida a restablecer el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) de 2015, aprobado por la administración del ex presidente estadounidense Barack Obama. Esto hace que sea bastante escéptico respecto a las afirmaciones diplomáticas de que se ha avanzado mucho en términos de negociación, o de que las partes están cerca de alcanzar una fórmula definitiva.
Esta ronda de conversaciones comenzó en un ambiente tenso, con Estados Unidos preocupado por la crisis ucraniana y los países de la UE también interesados en Ucrania, pero aparentemente decididos a reactivar el JCPOA. Los países europeos esperan disfrutar de un impulso a sus economías nacionales si se levantan las sanciones contra Irán.
Es difícil leer la posición de Israel en todo esto, ya que parece estar en contra de revivir el acuerdo de 2015, a pesar de su convicción de que esto significaría que Irán podría desarrollar su programa nuclear sin límites. Todo el mundo está de acuerdo en que no tener restricciones sería peligroso, y podría llevar a Irán a producir una bomba nuclear en pocas semanas. Israel lo ha advertido antes que nadie y ha propuesto un ataque militar para acabar con las ambiciones nucleares de Teherán, aunque esta opción tampoco está exenta de riesgos, lo que explica la reticencia a llevarla a cabo. Nadie puede predecir con seguridad cómo podría reaccionar Irán.
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El problema del levantamiento de las sanciones no se limita a los fondos que esto liberaría; también eliminaría los obstáculos para que Irán sea un socio en el comercio mundial, incluyendo la producción y venta de armas. En este sentido, muchos países de la región temen que Irán se beneficie al poder ampliar su industria armamentística y venderlas a partes hostiles.
La declaración de Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraníes, de que su país se convertirá en uno de los mayores exportadores de armas del mundo si se levantan las sanciones de Estados Unidos no ayuda a disipar los temores en este sentido. Teniendo en cuenta que Irán ha desarrollado misiles balísticos, aviones no tripulados y su armada mientras está básicamente sitiado, ¿qué podría hacer si se levantan las sanciones y es libre de comerciar en todo el mundo?
En vísperas de las negociaciones, Saeed Jalili reapareció. Es importante no sólo como candidato presidencial que se retiró en favor del presidente Ibrahim Raisi, sino también porque es un antiguo negociador nuclear. Ali Bagheri Kani, viceministro de Asuntos Exteriores y jefe del actual equipo negociador iraní, trabajó como ayudante de Jalili cuando éste era el negociador jefe de Irán durante el gobierno de Mahmud Ahmadineyad (2008-2011), y los dos hombres siguen manteniendo una buena relación. Los informes de algunos medios de comunicación dicen que Jalili, un fundamentalista cercano al proceso de toma de decisiones y miembro del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, presentó un documento en el que protestaba contra la vía de la negociación, pidiendo más firmeza en la posición iraní.
Su oficina desmintió rápidamente los informes, atribuidos a un grupo cercano a él que supervisa la política exterior. Lo cierto es que este documento representa el punto de vista de los fundamentalistas, que rechazan las negociaciones en su forma actual. Piden una retirada inmediata de las conversaciones de Viena y que Irán siga enriqueciendo uranio. Además, en consonancia con la visión fundamentalista iraní, el documento sugiere que no hay que temer a Estados Unidos ni al Consejo de Seguridad de la ONU mientras Irán goce de la amistad de Rusia y China. La lógica es que hay que mostrar más fuerza para conseguir que EE.UU. vuelva a las negociaciones directas, lo que encaja con la relación mutua "al borde del abismo" que ha existido entre Teherán y Washington durante años. Sin embargo, lo que el periódico no puede garantizar es que Estados Unidos no recurra a un golpe repentino contra las instalaciones nucleares de Irán.
Es bastante obvio que los fundamentalistas de Irán no han aprendido de los errores anteriores. Subestimar a la comunidad internacional, especialmente durante la era de Ahmadinejad, condujo a una intensificación sin precedentes de la presión sobre Irán, que alcanzó su punto álgido con la Resolución 1929 de la ONU en junio de 2010, que realmente asfixió al país y preparó el camino para su aislamiento económico y su frágil posición actual.
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El negociador estadounidense también está bajo presión y subraya que el tiempo es importante, y que si se retrasa un acuerdo, las conversaciones carecerán de sentido. Según la CNN, funcionarios influyentes de la administración Biden han dado a los negociadores hasta finales de este mes, y si el acuerdo no se salva para entonces, no habrá alternativa a la opción militar. Además, mientras se confirmaban las declaraciones de que un nuevo acuerdo es inminente, más de treinta senadores republicanos, encabezados por Ted Cruz, advirtieron al presidente Joe Biden de que no debía llegar a ningún acuerdo con Irán sin presentarlo antes al Senado para su aprobación. Los opositores señalan que cualquier nuevo acuerdo debe contar con el apoyo de dos tercios del Congreso, pero seguiría sin ser vinculante para el próximo presidente de EE.UU.
El optimismo sobre el resultado de las actuales negociaciones sigue siendo difícil, no sólo por las presiones internas -los negociadores estadounidenses están obligados a introducir cambios en el acuerdo; los iraníes piden el levantamiento total de las sanciones-, sino también por la otra exigencia iraní de un compromiso de que el nuevo acuerdo seguirá en vigor incluso cuando cambie la administración estadounidense. La dificultad de esto es que no tiene que ver con la relación de Estados Unidos con Irán, sino con la naturaleza del sistema político estadounidense, que se niega a que cualquier acuerdo o tratado sea vinculante para futuras administraciones. Por el momento, el negociador iraní no quiere entender esto y, en cambio, insiste en presionar para obtener una garantía que la administración Biden no puede proporcionar.
Este artículo apareció por primera vez en árabe en Al-Quds Al-Arabi el 14 de febrero de 2022
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