Después de que el presidente tunecino, Kais Saied, decidiera disolver el Consejo Superior de la Magistratura, poner su sede bajo vigilancia e impedir que los miembros del Consejo y sus empleados realicen su trabajo con normalidad, el poder judicial tunecino está a punto de librar una nueva batalla para proteger su entidad y preservar su independencia.
Históricamente, el poder judicial tunecino ha sufrido la presión del poder ejecutivo y su injerencia directa en su trabajo, bajo diversas justificaciones, lo que le ha llevado a librar batallas para defenderse. Cada vez, dado que la Constitución otorgaba poderes absolutos a la autoridad ejecutiva, representada por el Presidente, el régimen tiránico existente consiguió, cada vez, silenciar la débil voz de los jueces, y obligarlos a permanecer dentro del círculo de la lealtad absoluta, ya sea mediante amenazas o mediante sobornos. En todos los casos, la autoridad tiránica necesitaba dominar el poder judicial para utilizarlo como herramienta para juzgar a sus opositores e imponer su poder sobre la sociedad a través de un poder judicial que siguiera órdenes autoritarias.
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Tras la revolución del 14 de enero de 2011, la transición democrática que la acompañó en Túnez y la redacción de una nueva Constitución que garantiza la separación de poderes, era natural que se recuperara el poder judicial como tercer y necesario pilar para construir un Estado respetuoso con los derechos y las libertades. La idea básica de cualquier Estado que respete la democracia y cumpla con sus requisitos mínimos es no conceder toda la autoridad a un solo individuo u organismo, sino, por el contrario, distribuirla entre las instituciones que asumen las funciones legislativas, ejecutivas y judiciales, de modo que cada institución controle a las demás y se asegure de que desempeñan su papel dentro del marco que les marcan la Constitución y la ley. Por esta razón, la Constitución de 2014 dedicó un capítulo al poder judicial que incluye detalles de su estructura y área de especialización. El artículo 114 de la Constitución estipula: "El Consejo Judicial Supremo vela por el buen funcionamiento de la justicia y el respeto a su independencia". Sin embargo, lo que ocurrió después del 25 de julio de 2021 fue en la dirección de trastocar todo lo establecido en la Constitución de 2014, y reestructurar la estructura constitucional del Estado, avanzando hacia el gobierno del individuo que posee poderes absolutos sin supervisión alguna, y principalmente de las autoridades legislativas y judiciales.
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El presidente de Túnez, Kais Saied, disuelve la cúpula del Consejo de la Magistratura - Caricatura [Sabaaneh/MonitordeOriente].
A la luz de las posiciones expresadas por el Consejo Superior de la Magistratura, elegido por los jueces, quedó claro su rechazo a las medidas del Presidente en su contra. El llamamiento de la Asociación de Jueces a contraatacar mediante la huelga y el no trabajo en los tribunales, la organización de una protesta frente al Palacio de Justicia de Túnez y la preparación de la batalla, indican que la autoridad judicial en Túnez ha pasado a primer plano, no sólo para defender su existencia e independencia, sino también en defensa de la Constitución y de la propia democracia.
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Los acontecimientos que tienen lugar actualmente en Túnez van más allá de las cuestiones de las habituales luchas de poder entre las distintas autoridades del Estado y sus diversas instituciones; en cambio, se trata de una defensa del Estado para preservarlo como entidad que protege los derechos y las libertades y garantiza la democracia y el derecho a la circulación del poder frente a cualquier tendencia individual y al poder absoluto. Esto va más allá del órgano judicial, para incluir a toda la sociedad civil y a la calle política. Un poder judicial independiente y justo es la condición necesaria para lograr un estado de ciudadanía, y es muy importante no permitir que ninguna autoridad ejerza el dominio unilateralmente y sin interferencia de otras autoridades, porque la autoridad limita la autoridad. Si no se practica este principio, el país se verá arrastrado a un gobierno absoluto con poderes divinos, que no puede conducir a la reforma, sino que se basará en la lógica del sometimiento.
Este artículo apareció por primera vez en árabe en Al-Arabi Al-Jadeed el 15 de febrero de 2022
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