Mientras la crisis de Ucrania se desarrolla según el principio del carrusel Hali Gali, muchas otras cuestiones geopolíticas adquieren una importancia adicional. De hecho, a través de esta crisis se pueden vislumbrar los contornos de la próxima década. Marcada por la irrupción de las grandes potencias en zonas donde se busca una influencia decisiva, será la década de las tensiones políticas y los posibles conflictos militares en todo el mundo. Decenas de estas zonas, de importancia estratégica a táctica menor, darán forma a un mundo completamente nuevo.
El renovado poder de Rusia frente a la vulnerabilidad de Occidente
No cabe duda de que Rusia es consciente de su renovado poder. En la última década, a través del éxito en Siria, el este de Ucrania (la región del Mar Negro) y, recientemente, en Kazajistán, Rusia ha desafiado muy directamente a Estados Unidos y a sus aliados occidentales. Actuando simultáneamente con China en ciertos procesos globales, Moscú también ha contribuido significativamente al surgimiento de una fuerte oposición a la democracia liberal debido a la predicción del colapso del internacionalismo liberal. Por muy valiente que sea esta predicción, se pueden ver "señales de tráfico" que refuerzan el argumento.
La seguridad europea, en este sentido, se ha vuelto más vulnerable. Los nuevos acontecimientos han puesto a la Unión Europea frente a una serie de debates políticos, pero también de convulsiones. La crisis de los refugiados (2015) y el Brexit (2016) fueron una fuerte llamada de atención para que los europeos empezaran a pensar más seriamente en su propio poder militar. Una vieja idea francesa sobre las fuerzas europeas llevó al presidente Macron a apoyar una vez más un proyecto militar europeo conjunto en 2017, mientras que, la entonces canciller alemana Angela Merkel, en un discurso de noviembre de 2018 ante el Parlamento Europeo, dijo: "tenemos que trabajar en una visión para establecer un ejército europeo."
Nuevos enfoques
En primer lugar el Brexit, en segundo lugar los desafíos a la supremacía de Estados Unidos en la región Indo-Pacífica, principalmente en el Mar del Sur de China, distrajeron las relaciones entre los estados miembros de la OTAN. La política exterior de Trump y su enfoque poco convencional no han hecho más que profundizar los malentendidos, mientras que la retirada de EEUU de Afganistán (2021) ha multiplicado las preguntas en las cabezas de los aliados. Además, la grave controversia, durante y después del Golpe de Estado de julio en Turquía (2016), demostró claramente que algo andaba mal.
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La formación de AUKUS (Australia, Reino Unido y Estados Unidos) en respuesta al ascenso de China fue una prueba fáctica, principalmente para los europeos, de que el enfoque ha cambiado y de que está llegando el momento de establecer nuevos tipos de alianzas. Teniendo en cuenta el cambio de enfoque, es decir, el crecimiento de una nueva región central del mundo, está más que claro cómo el Océano Índico se convierte en lo que fue el Mar Mediterráneo en la antigüedad y la Edad Media, y el Océano Atlántico en la Nueva Era. Debido a los recursos, la demografía y la potencia general de esta región, con una población de casi 5.000 millones de personas, el futuro, sea cual sea, apunta hacia allí.
La crisis de Ucrania como punto de inflexión¿Qué es, pues, la crisis ucraniana y cuáles son los contextos? Rusia impone su preocupación por la aspiración de Ucrania de ingresar en la OTAN desde 2008. Fue la razón más importante para apoyar al ex presidente ucraniano Yanukovich (2010-2014), que estaba en contra y desempeñaba un papel pro-ruso. La agitación política en Ucrania terminó con la integración exitosa de las aspiraciones de la OTAN en la Constitución ucraniana (2019), seguida de la Cumbre de Bruselas (junio de 2021), cuando los líderes de la OTAN reiteraron la decisión de que Ucrania se convirtiera en miembro de la Alianza. En ese mismo periodo, las fuerzas de Ucrania y de la OTAN lanzaron ejercicios navales conjuntos en el Mar Negro (Sea Breeze 2021) que convencieron a Moscú de la necesidad de una fuerte reacción. Era una "línea roja" para Rusia.
En medio del declive estadounidense, China está ganándose a Oriente Medio
Una expansión de la presencia de la OTAN en Ucrania, especialmente el despliegue de cualquier misil de largo alcance capaz de golpear ciudades o sistemas de defensa rusos, se considera la mayor amenaza. Además, con el desarrollo de la crisis, Rusia probablemente intenta hacer de Ucrania un punto de inflexión y proporcionar un apoyo aún más fuerte en los países de Europa Central y Oriental, creando una amplia zona de amortiguación entre el Este y el Oeste. No deja de ser importante que los estados de esa franja sean antiguos países comunistas. Que eso signifique el inicio de una nueva Guerra Fría, la creación de un nuevo Telón de Acero, es menos importante. Lo que es más significativo es la aspiración de Rusia de aumentar su propia participación como actor global. Las capacidades energéticas han dado a Rusia la oportunidad de persuadir a los países europeos para que presten más atención a las palabras de Putin.
La necesidad de redefinir el orden mundial
La aparición conjunta de China y Rusia habla ciertamente de la inevitabilidad de redefinir el orden internacional. Los defensores de Yalta 2 son cada vez más contundentes al defender que los problemas se acumulan. Además de los procesos que conllevan tensiones y conflictos, el mundo multipolar sigue tratando de encontrar soluciones que garanticen la paz. Está claro que esa paz no puede lograrse manteniendo la supremacía ideológica y cultural de Occidente. La verdadera aceptación de la diversidad será un requisito para resolver la crisis, lo que implica que los sistemas sociopolíticos, las pautas culturales y las tradiciones alternativas no sean estigmatizadas por la hegemonía liberal. Como tal, debe ser aceptada.
Surgen preguntas: ¿La división del mundo en bloques es necesariamente precursora de grandes conflictos? ¿Qué bloques? ¿Cuántas nuevas alianzas?, etc. Los pueblos deben obedecer a un gobierno que les dé una mayor sensación de seguridad, lo que demostró el tipo de gobierno autocrático euroasiático, especialmente durante la pandemia. Pero Oriente es históricamente autocrático. ¿Cómo reaccionarán los occidentales ante posibles intimidaciones continuas? ¿Por qué el mundo musulmán no ha tomado la iniciativa de presentarse como una potencia mundial aplicando una estrategia común en materia de asuntos exteriores?
Entonces, ¿qué es exactamente la crisis ucraniana? Es un síntoma de una nueva realidad, el camino hacia un nuevo mundo, la formación de nuevas relaciones internacionales, pero también la persistencia de los mismos viejos problemas.
(Fuente: Anadolu News Agency )
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