Turquía y Jordania han acordado colaborar para fomentar el retorno voluntario de los refugiados sirios que viven en esos países, en un aparente intento de aliviar la presencia de los millones de refugiados que han acogido en la última década.
En una conferencia de prensa conjunta celebrada esta semana en la capital, Ankara, el ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlut Cavusoglu, y su homólogo jordano, Ayman Safadi, reiteraron el acuerdo de cooperar en el retorno voluntario de los refugiados sirios.
Basándose en los fuertes lazos bilaterales de Ankara y Ammán, Cavusoglu subrayó que ambos se enfrentan al reto de acoger a millones de refugiados de la vecina Siria y que ambos tienen la misma opinión sobre otras cuestiones regionales, como la ocupación y la represión de los palestinos por parte de Israel.
Cavusoglu expresó el objetivo de Turquía de "acoger una conferencia a nivel ministerial sobre esta cuestión" del retorno voluntario de los refugiados sirios, y añadió que "continuaremos nuestra cooperación con instituciones internacionales como las Naciones Unidas y la Organización para la Cooperación Islámica".
Desde el estallido de la revolución siria en 2011 y el consiguiente conflicto en el país, millones de sirios huyeron bien a Turquía -principalmente para llegar a la Europa continental- o a otros Estados de la región como Líbano y Jordania. Más de una década después, Jordania sigue acogiendo a cerca de 1,3 millones de refugiados sirios, mientras que Turquía acoge a casi 4 millones.
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Dado que los combates han disminuido en gran medida en la mayor parte de Siria y el régimen de Bashar Al-Assad ha recuperado gran parte del país, se espera que Ankara y Ammán busquen ahora una solución para el asentamiento de los refugiados sirios. Cualquier retorno de los refugiados, sostienen ellos y la comunidad internacional, debe ser voluntario y no forzado.
Sin embargo, hay sospechas de que no ha sido así. A pesar de que el gobierno turco ha concedido la ciudadanía a más de 193.000 sirios, han surgido informes de que las autoridades turcas han deportado por la fuerza a más de 155.000 refugiados sirios al norte de Siria en los últimos años en una campaña secreta, mientras que afirman que eran retornos "voluntarios".
Esta campaña, de ser cierta, se produce en un momento en el que el descontento de muchos turcos hacia los refugiados sirios es máximo, especialmente después de que las tensiones comunales provocaran el año pasado una pelea entre turcos locales y refugiados sirios en el distrito de Altindag, en Ankara, que se saldó con la muerte de un joven turco apuñalado y la destrucción de negocios sirios.
Estas tensiones han llevado al gobierno a implantar una cuota máxima del 25% de extranjeros que pueden vivir en cada distrito.
También en Jordania, su primer ministro advirtió en 2019 que los refugiados sirios que se encuentran en el país no tienen intención de volver a su país de origen y que la mayoría de ellos "no tienen intención de volver pronto."