La Autoridad Palestina se ha dado cuenta tarde del doble rasero de la comunidad internacional a la hora de profesar su apoyo a Palestina mientras defiende la impunidad con la que se permite actuar a Israel. Sin embargo, la AP está aún muy lejos de reconocer estas tácticas en su propia política, lo que en sí mismo es toda una contradicción dado que Ramallah está en deuda con el consenso internacional sobre Palestina y sus repercusiones.
En una reciente declaración recogida por la agencia de noticias Wafa, el Ministerio de Asuntos Exteriores de la AP declaró que "la política de doble rasero de la comunidad internacional se ha convertido en una tapadera para la persistencia de Israel en el robo de tierras palestinas y en la profundización de su rebelión y su repudio de los acuerdos firmados, el derecho internacional, las resoluciones de las Naciones Unidas y las perspectivas de paz". Sólo que no se ha convertido en una tapadera; siempre lo fue. Por eso la ONU no conmemora su Plan de Partición de 1947 y expresa su falsa preocupación con un día de solidaridad internacional para los palestinos, por ejemplo. Por no mencionar que el simbolismo adjunto a este día es también un barniz a través del cual la ONU se presenta como la principal agencia de derechos humanos y no como cómplice de las violaciones del derecho internacional.
El papel de la ONU en la colonización de Palestina por parte de Israel no puede pasarse por alto ni exagerarse. La AP habría sido elogiada por llamar la atención sobre las discrepancias, si no fuera por su propio papel en garantizar que los palestinos sigan estando lejos de la autonomía e independencia políticas.
Es un hecho incontrovertible que la AP es sinónimo de coordinación de la seguridad con el Estado de ocupación colonial y de la violencia que ejerce, en particular contra los palestinos que participan en actividades de resistencia o los que son populares por defender opiniones contrarias al líder de la AP, Mahmud Abbas. De vez en cuando, la AP suspende y luego reanuda la coordinación en materia de seguridad con Israel, explotando la lucha anticolonial del pueblo mediante la amenaza de anular los acuerdos existentes. Sin embargo, la AP sabe que es incapaz de lograr tal hazaña política debido a su dependencia de la financiación de los donantes internacionales, que a su vez depende de que actúe de acuerdo con Israel en materia de seguridad. ¿Dónde está la diferencia entre la AP y la ONU, aparte del hecho de que la AP no puede existir sin financiación mientras debe adoptar el mismo doble rasero que la comunidad internacional?
LEER: El derecho a la autodefensa: entre Ucrania y Palestina
El compromiso de los dos Estados es el ejemplo más destacado de la hipocresía internacional a la que se adhiere la AP. Parece que la autoridad de Ramallah no ve ningún doble rasero en reclamar la independencia palestina por medio de un paradigma caduco que en realidad ha facilitado la expansión colonial de Israel y ha afianzado su sistema de apartheid.
Si la AP quiere desafiar el doble rasero internacional, su primera acción debería ser desvincularse del consenso internacional sobre la "solución" de dos Estados. Sin embargo, la AP no ve ninguna discrepancia en convocar conferencias de paz internacionales basadas en un paradigma caduco bajo los auspicios de una institución internacional cómplice de la colonización israelí del territorio palestino. En cuanto a la coordinación de la seguridad y la construcción del Estado, la AP hace la vista gorda ante el doble rasero de la financiación de los donantes para coaccionar a la población palestina en un proyecto humanitario perpetuo que no deja espacio para los derechos políticos. Esto nos lleva a preguntarnos cómo percibe la AP las aspiraciones democráticas de la población de la Palestina ocupada y de la diáspora en relación con su propio autoritarismo y la multitud de excusas dadas para justificar el aplazamiento de las elecciones palestinas programadas para el año pasado. En lo que respecta al doble rasero, la AP es muy versada no sólo en el reconocimiento, sino también en la aplicación. Es un reflejo de la hipocresía internacional sobre Palestina.
Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.