La mayoría de los países de Oriente Medio han tratado de adoptar una posición neutral sobre la intervención militar rusa en Ucrania, y no tomar partido. Lo hacen con la esperanza de no enfadar ni a Rusia ni a Estados Unidos, que parece ser parte principal en la crisis.
Algunos de los socios y aliados de Washington han tratado de construir una red de relaciones con Rusia o China después de que la administración Trump abandonara a sus aliados ante las amenazas iraníes. La actual administración del presidente Joe Biden sigue aplicando la política de su predecesor Barack Obama, que consistía en desentenderse de las cuestiones de Oriente Medio y centrarse, en cambio, en las supuestas amenazas a la seguridad nacional de Estados Unidos procedentes de Rusia y China.
Las relaciones de Estados Unidos con los países de la región han sido, durante décadas, alianzas militares y de seguridad; Oriente Medio es un mercado enormemente lucrativo para las armas estadounidenses. Mientras tanto, Rusia se ha convertido en un importante socio comercial y en otra fuente de armas en la región. Egipto depende de las armas rusas y se coordina con Moscú para preservar sus intereses en Libia, donde Rusia desempeña un papel importante. Además, Moscú es un verdadero socio de Riad cuando se trata de controlar los precios del petróleo en el mercado mundial.
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Arabia Saudí ha rechazado varias peticiones de Washington para que aumente la producción de petróleo con el fin de limitar la subida de los precios. Según los últimos datos, el precio ha superado ya los 119 dólares por barril de crudo Brent, la referencia internacional; en el último trimestre de 2021 era de 79 dólares por barril.
Muchos países árabes creen que la guerra en Ucrania expondrá la realidad sobre el compromiso de Washington con la defensa de sus aliados, entre los que se encuentra Ucrania. También revelará la voluntad de Estados Unidos de cambiar sus políticas en Oriente Medio. Trump, recordemos, básicamente abandonó a Arabia Saudí y no saltó en su defensa cuando sus instalaciones petroleras fueron atacadas en septiembre de 2019, interrumpiendo la producción.
En 2013, el gobierno de Obama estableció líneas rojas sobre el uso de armas químicas por parte del régimen sirio. Sin embargo, el entonces presidente estadounidense no cumplió sus amenazas cuando las fuerzas del régimen utilizaron armas químicas en ciudades de Ghouta Oriental, cerca de Damasco. El régimen lanzó ataques similares en Khan Sheikhoun en 2017, a los que Trump respondió con ataques limitados de misiles en la base aérea de Shayrat sin causar ningún daño real.
A nivel público, los árabes siguen estando muy divididos entre el apoyo y la oposición a lo que ocurre en Ucrania. Algunos acogen con satisfacción lo que está ocurriendo con el pueblo ucraniano, por hostilidad a las políticas de Estados Unidos en la región contra lo que se conoce como el "eje de la resistencia". También se percibe que Estados Unidos ha abandonado a sus aliados árabes y del Golfo, cuyos gobiernos han mantenido alianzas estratégicas con Washington en la "guerra contra el terrorismo" en Irak y Afganistán.Para ilustrar la falta de consenso árabe, en Líbano el Ministerio de Asuntos Exteriores condenó la guerra rusa en Ucrania, mientras que el influyente movimiento Hezbolá se opuso a tal postura. Esto también puede verse en el hecho de que cada vez más árabes se oponen a la invasión rusa, al tiempo que hacen comparaciones con la invasión y ocupación de Irak por parte de Estados Unidos. Estas opiniones se reflejan en el rechazo a toda injerencia extranjera en Libia, Siria y Yemen, así como en Irak.
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También existe la creencia generalizada de que la guerra entre Rusia y Ucrania ha puesto de manifiesto el doble rasero de Occidente respecto a las cuestiones árabes y musulmanas, así como la hipocresía de la comunidad internacional, que guardó silencio o respaldó la invasión estadounidense de Irak. La comunidad internacional se apresuró a emitir resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y de la Asamblea General condenando a Rusia e imponiendo sanciones menos de una semana después del inicio de la invasión rusa de Ucrania. Sin embargo, todavía no ha impuesto sanciones a Moscú con respecto a la intervención rusa en Siria que comenzó en 2015. Esto ha causado la muerte de decenas de miles de sirios y el desplazamiento de cientos de miles más.
Los países de la región que votaron a favor de condenar a Rusia fueron los seis Estados del Golfo, Egipto, Jordania, Yemen, Libia, Túnez, Comoras, Mauritania y Somalia. Cinco países votaron en contra de la resolución: Rusia, Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea y Siria. Este último fue el único país árabe disidente. Treinta y cinco países se abstuvieron, especialmente China, India, Sudáfrica, Pakistán, Irán y Cuba, así como Argelia, Irak y Sudán.
La votación en la Asamblea General de la ONU se produjo tras una gran campaña diplomática y una presión explícita sobre los aliados de Estados Unidos que han desarrollado relaciones con Rusia en los últimos años. Egipto, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos fueron algunos de los países de la región que se enfrentaron a estas presiones.
Egipto también convocó una reunión de emergencia de la Liga Árabe, que instó a la necesidad de una solución diplomática a la "crisis de Ucrania". El organismo paraguas reconoció las "estrechas relaciones" entre los países árabes y tanto Rusia como Ucrania.
Como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, los Emiratos Árabes Unidos se unieron a India y China para abstenerse en la votación de una resolución vinculante redactada por Estados Unidos y Albania que condenaba la "agresión" de Rusia. Como era de esperar, la resolución fue vetada por Moscú.
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Según declaraciones de funcionarios de los Emiratos Árabes Unidos, su abstención se debió a la creencia de que tomar partido sólo conduciría a más violencia y derramamiento de sangre. Sin embargo, EE.UU. cree que los países que se sientan en la valla están alineados con Rusia y, por tanto, están en el campo de Moscú contra Washington.
Los analistas concluyen que el presidente ruso Vladimir Putin entiende que varios países árabes no confían en que Estados Unidos sea un aliado fiable. Desde el final del mandato de Obama, se ha esforzado por sacar provecho de ello, ya que las estrategias regionales de este último apuntalan las de la administración Biden.
La posición general árabe, por tanto, sigue siendo que existe el deseo de fortalecer las relaciones con Rusia, sin dañar las relaciones con EE UU. Sin embargo, Estados Unidos está presionando a los países árabes para que adopten una postura contra la guerra rusa en Ucrania. Esta presión amenaza la neutralidad árabe.
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