El ex primer ministro británico, Tony Blair, ha admitido que "puede haberse equivocado" en su decisión de invadir Afganistán e Irak hace unas dos décadas.
En declaraciones al arzobispo de Canterbury de la Iglesia Anglicana, Justin Welby, en la BBC Radio 4, Blair dijo que "la gente suele decir sobre Irak o Afganistán que tomé la decisión equivocada, pero tienes que hacer lo que crees que es correcto".
El ex primer ministro afirmó que "que tengas razón o no es otra cosa. En esas decisiones realmente importantes, no sabes cuáles son todos los elementos que las componen, y tienes que seguir, al final, tu propio instinto".
Dos décadas después, sin embargo, reconoció que su decisión de lanzar las invasiones "puede haber sido errónea", pero mantuvo que "tenía que hacer lo que creía que era lo correcto" como parte de la "guerra contra el terror".
A pesar de que algunas de las políticas y logros de Blair en el cargo fueron admirados por muchos en su momento, el legado político de Blair se vio ensombrecido por su decisión de involucrar al Reino Unido en las invasiones lideradas por Estados Unidos en Afganistán en 2001 e Irak en 2003.
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Las críticas vertidas contra él se dirigen también, en particular, a su defensa de las pruebas que él y el ex presidente estadounidense, George Bush, presentaron y que supuestamente demostraban la posesión de armas de destrucción masiva por parte del dictador iraquí Saddam Hussein, pruebas que desde entonces han sido desacreditadas y se ha demostrado que son falsas.
No es la primera vez que el ex premier expresa un aparente arrepentimiento por su decisión de invadir Irak, en particular, ya que en 2015 y 2016 se disculpó por los errores en la planificación de la invasión y por la falsa inteligencia. Sin embargo, esta es la primera vez que admite públicamente que "puede" haber sido una decisión equivocada en general.
La controversia en torno al manchado legado de Blair ha resurgido recientemente después de que la monarca británica, la reina Isabel II, decidiera nombrar a Blair para la orden de caballero de mayor rango, lo que provocó la indignación de muchos ciudadanos británicos. El año pasado se lanzó una petición en contra de la decisión del nombramiento de caballero, que alcanzó más de un millón de firmas.
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