El primer ministro de la Autoridad Palestina, Mohammed Shtayyeh, y el ministro de Finanzas, Shukri Bishara, se reunieron esta semana en Ramala con altos directivos del Banco Mundial, instando a que se presione a Israel para que libere los ingresos fiscales que el Estado de ocupación retiene. La crisis financiera de la AP, a pesar de los esfuerzos diplomáticos de EE.UU. para aliviar la tensión, está pasando factura a los dirigentes y haciéndolos aún más dependientes de la ayuda extranjera.
La agencia oficial de noticias de la AP, Wafa, informó de que Shtayyeh elogió la intervención del Banco Mundial en cuanto a la reducción del desempleo, así como en la reforma administrativa y financiera. También insistió en que "la mejora de las condiciones económicas y de vida requiere un horizonte político y una solución para hacerlas más efectivas". No se mencionó el hecho de que la AP persiga a los ministros israelíes en busca de un horizonte político, a pesar de que el gobierno de Tel Aviv ha dejado claro que no buscará ninguna negociación política con el líder de la AP, Mahmud Abbas.
Si a la AP le quedaba alguna ilusión sobre su relevancia, ya debe estar disipándola. La disminución de la ayuda financiera, según un alto funcionario palestino citado por Arab News, ha provocado "una crisis financiera que constituye una amenaza existencial para la supervivencia [de la AP]".
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Durante la reunión, Bishara dijo a los funcionarios del Banco Mundial que la AP se enfrenta a unas "condiciones excepcionales". Lo cual es cierto, aunque omitió cuidadosamente el hecho de que la AP fue creada para cumplir un papel que facilitaba la expansión colonial de Israel por el territorio palestino. Esto significa que pedir apoyo internacional para Palestina se traduce más bien en una mendicidad frenética de la AP para su propia supervivencia, en lugar de embarcarse en negociaciones políticas que aborden la necesidad urgente de descolonización e independencia. Dado que la AP se encuentra en una posición tan débil, al disminuir su financiación la comunidad internacional podría reflejar una nueva fase en la expansión colonial de Israel. La construcción del Estado palestino, por muy ilusoria que fuera, desempeñaba un papel importante a la hora de garantizar la financiación de la AP, pero ya no, lo que posiblemente refleje el hecho de que los llamados socios de la AP están abandonando sus supuestas posiciones pro-palestinas.
En un informe publicado en enero, el Relator Especial de la ONU, Michael Lynk, discrepó con razón de la descripción del Banco Mundial del bloqueo ilegal israelí de Gaza como "las restricciones externas sobre Gaza [que dan lugar] a una economía cerrada". Señaló que la institución relacionaba los impedimentos al crecimiento económico de la Cisjordania ocupada con las restricciones impuestas por Israel a la libertad de movimiento de los palestinos en todos los aspectos de la vida.
Lynk también llamó la atención sobre la hipocresía de las concesiones israelíes aprobadas internacionalmente, que describió como que Israel "elimina algunos irritantes existentes para los palestinos". También señaló cómo el marco de los dos Estados sigue beneficiando a la empresa colonial de colonos de Israel; la retórica centrada en la hipótesis de dos Estados no está deteniendo la expansión de los asentamientos.
Así, mientras la AP pide a la comunidad internacional que se comprometa con medidas repetitivas que sólo salvaguardan a sus propias altas esferas, Lynk denuncia abiertamente la culpabilidad de la comunidad internacional en el mantenimiento de la empresa colonial, la ocupación militar y el sistema de apartheid de Israel. La AP sólo habla de estas violaciones en el intento de consolidar su estatus de representante ilegítimo y "único" del pueblo palestino.
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