En marzo de 2021, un memorando filtrado de EE.UU. dirigido al Secretario de Estado, Antony Blinken, indicaba que la administración Biden podría adoptar un enfoque diferente al del anterior presidente de EE.UU., Donald Trump. Volviendo a los parámetros del consenso internacional, el memorándum detallaba el plan de EE.UU. "para promover la libertad, la seguridad y la prosperidad tanto para los israelíes como para los palestinos en lo inmediato, lo cual es importante por derecho propio, pero también como medio para avanzar en las perspectivas de una solución negociada de dos estados". Al mismo tiempo que consolidaba sus actuales lazos con Israel, Estados Unidos también se embarcaría en la reconstrucción de su relación con la Autoridad Palestina.
Mientras la AP sufría una caída espectacular por la ejecución extrajudicial de Nizar Banat y su cancelación de las elecciones democráticas, tanto EE.UU. como Israel se enfrentaban a un detalle más urgente: reforzar la AP para evitar la posibilidad de que Hamás ganara terreno político. Con el primer ministro israelí, Naftali Bennett, negándose a considerar el compromiso de los dos estados y las negociaciones diplomáticas con el líder de la AP, Mahmoud Abbas, los incentivos económicos y las concesiones tuvieron prioridad.
En consonancia con las reuniones que el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, mantuvo con Abbas, EE.UU. había propuesto mantener conversaciones sobre seguridad y cooperación económica, lo que obviaría las negociaciones diplomáticas necesarias para mantener a flote el difunto compromiso de los dos Estados.
Mientras que Abbas puede ganar algo de prestigio temporal con el plan, los palestinos se enfrentarían a otro revés. El plan estadounidense se basa en reforzar la ilusión de que la AP puede, en algún momento, comprometerse con Israel en cuestiones políticas relativas al compromiso de los dos Estados, aunque Bennett ha descartado rotundamente esa posibilidad. Los medios de comunicación israelíes han descrito el plan como un logro diplomático de Abbas, pero no hay ningún logro en las concesiones que sólo animan a Israel a apropiarse de más territorio.
El concepto de estancamiento descrito por Axios es especialmente revelador, sobre todo porque el plan de EE.UU. daría la oportunidad a Bennett de negar que las reuniones sobre seguridad y cooperación económica sean una vía para las negociaciones. Sin embargo, no se amplía lo que Israel ganará como resultado de la aplicación de dicho plan, ni lo que los palestinos perderán porque Abbas se aferrará a cualquier cosa que pueda crear la ilusión de que su liderazgo es relevante.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha reiterado de vez en cuando su apoyo al compromiso de dos Estados, pero su política hacia Palestina se inclina más hacia la de su predecesor. Abbas no está desafiando las contradicciones que Estados Unidos está infligiendo al pueblo palestino. En lugar de ello, pide a Estados Unidos que se atenga al paradigma, que ya está caducado, y que da a Estados Unidos total libertad para interpretar lo que considere que le conviene a Israel, dado que no hay ninguna posibilidad de aplicación.
La seguridad y la cooperación económica constituyeron la premisa de las discusiones de Gantz con Abbas, basadas en lo que EE.UU. e Israel percibían como necesidades inmediatas que debían abordarse. Con el rechazo rotundo de Israel al compromiso de los dos Estados, la diplomacia de hilos promovida por la comunidad internacional tiene poco apoyo. Por otra parte, la persistente negación de su inutilidad por parte de Abbas ha colocado, una vez más, a los palestinos en una pérdida territorial adicional.
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