El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) reveló ayer que 8,5 millones de iraquíes viven entre minas mortales y restos de guerra sin explotar.
"Irak es uno de los países más contaminados de la superficie del planeta con municiones explosivas", declaró la portavoz del CICR en Irak, Heba Adnan, a la agencia oficial de noticias iraquí, y añadió que los restos explosivos de guerra están repartidos en más de 3.200 kilómetros cuadrados de terreno, "dos veces el tamaño de la ciudad de Londres".
Añadió que aproximadamente 8,5 millones de iraquíes viven entre estos mortíferos restos de guerra, y señaló que las minas y los restos de guerra han causado unas 700 muertes entre 2018 y 2020.
Según las cifras oficiales, la población de Irak supera los 40 millones de habitantes, mientras que miles de familias viven en zonas contaminadas por las minas, violando la ley, debido a su imposibilidad de comprar o alquilar inmuebles.
LEER: Rusia y las milicias apoyadas por Irán se enfrentan en Palmira, Siria
Adnan señaló que el CICR se esfuerza por difundir los peligros que plantean las armas, así como por prestar asistencia a las víctimas.
Las minas y las bombas se consideran uno de los mayores retos a los que se enfrentan las autoridades iraquíes antes de poder devolver a los desplazados a las zonas liberadas en el norte del país, especialmente en las gobernaciones de Nínive y Kirkuk.
Las minas y los restos de la guerra se han extendido en Irak desde la invasión de Kuwait por parte de Bagdad en 1990, la ocupación del país por las fuerzas internacionales lideradas por Estados Unidos en 2003 y el control por parte de Daesh de amplias zonas del país entre 2014 y 2017.
Según el Monitor de Minas Terrestres, Irak es uno de los países más contaminados del mundo en términos de superficie minada, además de la contaminación con municiones de racimo y otros restos de guerra.