Las imágenes de al menos un dron israelí lanzando gases lacrimógenos sobre los fieles musulmanes en la mezquita de Al-Aqsa durante el mes sagrado del Ramadán marcaron una nueva fase en la agresión de la ocupación contra la tierra y el pueblo palestinos.
Tras cerca de un siglo de experiencia lidiando con los infiltrados y ocupantes sionistas, los palestinos se han vuelto muy conscientes de sus tácticas y estrategias: Inventar una historia basada en un mito y en una lógica equivocada, utilizar la fuerza para aplicarla, convertir los hechos básicos en cuestiones controvertidas con la ayuda de las potencias extranjeras y de los medios de comunicación, cambiar las realidades sobre el terreno una por una, jugar el papel de víctima, acusar de terrorista a quien se atreva a oponerse, fusilarlo o encarcelarlo, y luego pasar a otra cuestión y repetir el proceso.
Ya hemos visto innumerables incidentes en los que se ha prohibido a los musulmanes llegar a la Ciudad Vieja de Jerusalén, y mucho menos a la mezquita de Al-Aqsa. Israel trabaja sistemáticamente para dividir la tierra palestina y aislar a los palestinos. Los palestinos de Gaza no pueden visitar la Cisjordania ocupada ni Al-Aqsa, mientras que los puestos de control en Cisjordania limitan la libertad de movimiento de los palestinos en los territorios ocupados hasta el punto de que muchos no tienen acceso a sus propias tierras agrícolas.
Esto, junto con el ilegal Muro de Separación que Israel erigió en tierras pertenecientes a Cisjordania, ahoga la vida de los palestinos y su capacidad de rendir culto en sus lugares sagrados.
A pesar de todos estos obstáculos, unos 250.000 musulmanes se reunieron en la mezquita de Al-Aqsa para rezar y celebrar la Laylat Al-Qadr (la Noche del Poder) durante el Ramadán.
En otra escena preocupante, la policía de ocupación israelí no permitió a los cristianos palestinos entrar en su iglesia de Jerusalén, mientras que a los extranjeros se les dio la bienvenida. La policía de ocupación israelí alineó a la gente en dos filas, una para los extranjeros y otra para los palestinos y todos los que hablan árabe. A estos últimos, por orden de la policía, no se les permitió entrar en la iglesia.
Las dotaciones cristianas de Jerusalén son sistemáticamente objetivo de la ocupación israelí para cambiar la identidad de la ciudad santa y vaciar la tierra santa de cristianos.
Mientras tanto, a los fanáticos judíos israelíes se les permite profanar los lugares sagrados musulmanes y cristianos. Sus recientes acciones, durante el Ramadán y la Semana Santa, han estado a punto de desencadenar otra guerra, como ya ocurrió el año pasado. Sin embargo, sus acciones no están aisladas de la política dominante en Israel, que cree en un "Estado judío" en el sentido literal de la palabra.
Hamás: "Jerusalén seguirá siendo el eje de la lucha por la liberación"
El 19 de julio de 2018, la Knesset aprobó la Ley del Estado-Nación que designa a Israel como "la patria histórica del pueblo judío ... el Estado-nación del pueblo judío ... El ejercicio del derecho a la autodeterminación nacional en el Estado de Israel es único para el pueblo judío." Estos son los principios básicos del Estado judío de Israel; no hay Palestina, no hay palestinos y no hay autodeterminación para los grupos religiosos excepto los judíos.
Mientras que en marzo, la Knesset aprobó una ley que, según el Jerusalem Post, "pretendía endurecer los controles de inmigración y dificultar que los palestinos que se casaran con árabes israelíes recibieran la ciudadanía".
A través de su legislación y de las acciones de sus ciudadanos, que se aprueban y permiten gracias al apoyo de las clases política y de seguridad, Israel se está asegurando de que sólo los judíos y los turistas -a los que está mostrando sus "valores democráticos"- tengan derecho a la libertad de culto.
Por lo demás, Israel trabaja sin descanso para perpetuar su ocupación ilegal e imponer su soberanía sobre toda la tierra de Palestina, especialmente los lugares sagrados, pues de lo contrario la misión sionista nunca estará completa.
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