Durante un cuarto de siglo, Shireen Abu Akleh tuvo un micrófono en la mano, la única arma que tenía a su disposición, para decir la verdad sobre el enemigo israelí que ha usurpado su patria. Viajó por toda la Palestina ocupada para denunciar los brutales crímenes y la ocupación de Israel, y revelar la falsedad de sus afirmaciones. Le arrancó la máscara y expuso la realidad de su horrible racismo para que todo el mundo lo viera. Lo hizo con honestidad y sinceridad y de manera muy profesional.

Durante un cuarto de siglo, Shireen entró en nuestras casas y nos hizo sentir como miembros de su familia, no como simples espectadores de televisión. Era nuestra invitada, no una extraña, y por eso millones de personas quedaron tan conmocionadas por su horrible asesinato a manos de un soldado del mismo Estado usurpador israelí.

Shireen Abu Akleh dedicó su vida a servir a Palestina hasta el último momento de su vida. Se situó en el centro de los principales acontecimientos que afectaban a su patria y a su pueblo; fue testigo de los brutales ataques de las fuerzas de ocupación y fue capaz de transmitir su sufrimiento y su dolor para que todos lo vieran. Los palestinos de todo el mundo se unieron a ella, y ella se vio desgarrada por el horror de su tragedia. Ha sido testigo del robo de tierras palestinas por parte de Israel; de la construcción de asentamientos ilegales; de la judaización de antiguas ciudades y pueblos palestinos; de la confiscación y demolición de casas palestinas; de la expulsión y el desplazamiento de sus habitantes; y del arrasamiento de pueblos para impedir que sus propietarios cultiven sus propias tierras. Shireen estuvo junto a los palestinos que esperaban pacientemente en los humillantes puestos de control militar instalados por la ocupación para impedir sus movimientos y perturbar sus vidas. Siguió las detenciones diarias al amanecer y denunció los asesinatos cometidos por las fuerzas de ocupación israelíes.

LEER: Israel es incapaz de utilizar la mentira para ocultar su último crimen contra los palestinos

Esta valiente periodista de Al Jazeera cubría historias en toda la Palestina ocupada, incluida Yenín, donde estaba destinada a ser asesinada; otra víctima palestina de la ocupación israelí. Las pruebas de vídeo demuestran claramente que recibió un disparo en la cabeza mientras cubría las incursiones del ejército de ocupación en el campo de refugiados de Yenín, a pesar de llevar un chaleco y un casco que la identificaban como miembro de la prensa. Su sangre empapó el suelo del campo, donde muchos otros palestinos han sido asesinados antes que ella. Había derramado lágrimas por los mártires del campo; ahora el pueblo de Yenín derrama lágrimas por ella. En lugar de informar de las noticias, ella se convirtió en la noticia.

Como siempre, Israel afirmó que la bala que mató a Shireen fue disparada por un palestino durante un intercambio de disparos con el ejército de ocupación. Esta afirmación fue refutada por el colega de Shireen, Ali Al-Samoudi, que estaba con ella cuando le dispararon y que también resultó herido al recibir un disparo en la espalda. La periodista Shatha Hanatsheh estaba junto a Shireen cuando le dispararon; también confirmó que no hubo intercambio de disparos en ese momento. De hecho, no había combatientes armados en las cercanías, ni enfrentamientos armados. El francotirador que le disparó tenía como objetivo silenciar la voz de la verdad y disuadir a otros periodistas de denunciar los crímenes de Israel.

 

Los israelíes están intentando todos los trucos de su libro de propaganda para justificar lo ocurrido, pero nadie cree una palabra de lo que dicen. Los líderes mundiales, el Consejo de Seguridad de la ONU y las organizaciones internacionales han condenado el asesinato de Shireen. El jefe del Estado Mayor israelí ha anunciado que se ha abierto una investigación, y han empezado a aparecer filtraciones en medios israelíes como Haaretz y Canal 9. Las afirmaciones son refutables por las pruebas de vídeo: no hubo intercambio de disparos, y el francotirador tenía un objetivo muy claro al que apuntar; no tenía una visión restringida.

LEER: Israel debe rendir cuentas por el asesinato de Shireen

Así que los sionistas mataron a Shireen, cuyos informes veraces les aterrorizaron. Pero no se detuvieron ahí. Incluso cuando estaba en su ataúd, atacaron a los dolientes -se utilizaron algunos oficiales montados a caballo- en un esfuerzo por interrumpir su funeral. Israel prohibió que la gente llevara su féretro a pie hasta el cementerio, como es habitual; se impidió que miles de personas se despidieran de ella. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se mostró tan conmocionado por las escenas del funeral de Shireen, en las que las fuerzas de seguridad israelíes se enfrentaron a los dolientes, que ha pedido una investigación. A pesar del acoso y la arrogancia de Israel, el funeral de Shireen fue multitudinario, como no lo fue el de Yasser Arafat. También se prohibió la bandera palestina, pero eso no impedirá que el pueblo de la Palestina ocupada haga sus legítimas reclamaciones sobre su tierra; una bandera es un trozo de tela, pero el pueblo tiene profundas raíces en Palestina, en Jerusalén, y volverá algún día a la ciudad y a la tierra.

"Cuidado con la muerte natural", escribió Ghassan Kanafani. "No mueras, sino en medio de la lluvia de balas".

Ese fue el destino de Shireen Abu Akleh. No vivió para ver la emisión de su último reportaje en el 74º aniversario de la Nakba palestina. Sin embargo, millones de personas escucharon su voz. Puede que Shireen se haya ido, pero la verdad permanece: Israel es un Estado de ocupación brutal.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.