Cada semana, en el estadio Haj Youssef, en las afueras de Jartum (Sudán), cientos de personas se reúnen para ver la lucha nuba, una práctica tribal que se remonta a miles de años atrás.
Los nuba son un grupo de 50 o más grupos étnicos indígenas que habitan las montañas Nuba en el estado de Kordofán del Sur, en el sur de Sudán.
En la década de 1990, el gobierno sudanés declaró la guerra a los nuba y, con el apoyo de varios grupos de milicianos, lanzó una campaña genocida y etnocida contra ellos.
Tras la ofensiva militar, murieron unas 100.000 personas y cientos de miles más fueron desplazadas internamente.
A día de hoy, el pueblo nuba está repartido por todo el país. Al ser étnicamente diversos, hablar diferentes lenguas y no vivir ya en la región de la que son originarios, tienen un sentimiento de identidad colectiva al participar en prácticas culturales similares. La lucha nuba, por ejemplo, es practicada por casi todas las tribus nubias.
Llevan siglos practicando la lucha libre y, aunque ahora se ha modernizado, este deporte sigue siendo parte integrante de su cultura.
Históricamente, los luchadores nuba luchaban desnudos, cubiertos de ceniza. Ahora, los hombres llevan pantalones cortos y camisetas, pero siguen extendiendo ceniza blanca y arena sobre sus cuerpos. A menudo, también añaden elementos de inspiración tribal a sus uniformes.
En un entorno urbano, los atletas proceden de clubes deportivos pero, en el pasado, eran los hombres más fuertes que representaban a los distintos pueblos, por lo que ganar se asociaba a aportar honor a su comunidad.
Cada club deportivo tiene su propio estilo, por lo que los combates pueden ser rápidos, agitados y desordenados, pero también pueden ser lentos y rítmicos, en función de los rivales.
Al ser una mezcla de deporte y danza, este cautivador espectáculo permite al público adentrarse en el intrigante mundo de los rituales tribales.
Los luchadores compiten en el ring, que está cubierto de arena en lugar de esteras. Para ganar, tienen que tirar al suelo a su oponente hasta que el árbitro dé por finalizado el combate.
Cada luchador tiene movimientos únicos que muestra para demostrar su superioridad y su disposición a competir. Antes de cada ronda, un luchador elige a su oponente, lo señala y realiza una breve danza que indica que lo está retando a luchar.
El estadio de Jartum es un espacio para que los nuba conecten con su cultura y reaviven su espíritu comunitario. Cuando concluye el asalto, el público aplaude y canta mientras los luchadores realizan danzas de triunfo, mostrando su fuerza y habilidad.
Al final de la ronda, los espectadores felicitan a los atletas poniéndoles dinero en la frente. Para los jóvenes nuba, la lucha libre puede ser la oportunidad de salir de la pobreza y cambiar su estatus social.
Después de cada ronda, el ganador es llevado en brazos por un miembro de su club deportivo. Además de ganar prestigio dentro de su comunidad local, algunos pueden ganar fama nacional o internacional.
A lo largo de los años, la lucha nuba ha adoptado otra forma y ha encontrado un nuevo hogar, en un estadio y no entre la naturaleza en entornos rurales. Sin embargo, las prácticas del pueblo nuba en la actualidad siguen asemejándose a las antiguas tradiciones de lucha y los combates son la oportunidad para que los nuba desplazados se reúnan.
Al seguir practicando la lucha nuba, el pueblo nuba rinde homenaje a su patrimonio cultural. Como la lucha es el evento clave que impulsa la integración y refuerza su sentido de identidad colectiva, desempeña un papel fundamental para evitar que la cultura nuba desaparezca.
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