El embajador de Estados Unidos en Trípoli, Richard Norland, que también es el enviado de su país a Libia, ha estado impulsando abiertamente un plan para negar al Estado libio la libertad de utilizar los ingresos del petróleo de acuerdo con la soberanía libia sobre su recurso. El petróleo representa aproximadamente el 98% de los ingresos en divisas del país y éste tiene una gran cantidad.
En un tuit del 28 de junio, la embajada de EE.UU. desveló por primera vez lo que denominó "esfuerzos" para "establecer un mecanismo dirigido por Libia para dar transparencia a la forma en que se gastan los ingresos del petróleo". La idea no es nueva, pero la forma en que se presenta ahora es completamente inédita y sigue siendo vaga, con muy pocos detalles.
Básicamente, lo que está planteando el embajador Norland se acordó en la primera Conferencia de Berlín sobre Libia en enero de 2020. Como parte de la paralización del conflicto libio, la Conferencia acordó establecer una comisión económica de expertos dirigida por Libia para supervisar la "reforma económica estructural", creando la vía económica del proceso de solución facilitada por las Naciones Unidas. El objetivo, pues, era asegurarse de que los ingresos del petróleo se distribuyeran equitativamente entre los libios a través de un mecanismo unificado para evitar cualquier suspensión de la producción y las exportaciones de la línea de vida del país, el petróleo, desarmando en última instancia el petróleo en el conflicto.
Pero lo que propone el Sr. Norland va mucho más allá de un proceso para, de forma equitativa, repartir los ingresos del petróleo entre los libios y, si se lleva a cabo, despojará, literalmente, al Estado libio y a sus instituciones soberanas pertinentes, como el Banco Central y la Oficina de Auditoría, de cualquier libertad para manejar el dinero del petróleo. Cualquier gobierno actual o futuro no tendrá libertad para presupuestar como se supone que debe hacerlo, hasta que se resuelva todo el conflicto.
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Los críticos creen que lo que propone el embajador de Estados Unidos es una copia modificada del tristemente célebre "programa de petróleo por alimentos" que se impuso a Irak en 1995 para negarle la libertad de gestionar y utilizar sus ingresos petroleros. El programa, que formaba parte de las sanciones impuestas al gobierno del difunto Saddam Hussein, acabó convirtiéndose en una burocracia muy corrupta, que provocó la muerte de cientos de miles de iraquíes, a medida que éstos se empobrecían y no podían permitirse comprar alimentos y medicinas. Con ese mecanismo, Irak no podía comprar sus necesidades sin la aprobación de la dirección del programa, que solía investigar cada una de las compras, incluidas las fórmulas para bebés y otros productos de primera necesidad.
La idea del embajador Norland, a la que denominó beneficiario de "Mustafeed" en árabe, carece de claridad y se ha dicho muy poco para aclararla. Sin embargo, ha sido objeto de un amplio debate entre los libios a través de las redes sociales, y la mayoría de los comentarios critican lo que consideran una grave violación de la independencia y la soberanía de Libia. Sin embargo, en un tuit del 28 de junio, después de reunirse con el actual primer ministro, Abdul Hamid Dbeibeh, en Trípoli, Richard Norland tuiteó "He felicitado al primer ministro por su compromiso con Mustafeed hasta ahora", dando a entender que Dbeibeh apoya la propuesta.
"Mustafeed" se refiere a un proceso de supervisión en el que todo el dinero del petróleo se asigna al presupuesto de Libia a través de las recomendaciones de un panel formado por la ONU, la Unión Europea, Egipto, Estados Unidos y Libia como presidente. Hasta que se alcance un acuerdo político, todo el dinero del petróleo, que suele utilizarse para financiar las importaciones de alimentos, medicinas y otros artículos de primera necesidad, no se gastará en ninguna otra partida presupuestaria, salvo en lo esencial. Además, las cuentas del Estado libio serán revisadas por un tercero -probablemente una empresa de contabilidad independiente-, algo ilegal según las leyes libias actuales.
El objetivo es negar a las milicias la financiación de la que han venido disfrutando durante años gracias a su apoyo nominal y, en ocasiones, al chantaje a los sucesivos gobiernos que llegaron al poder en Libia durante la última década.
Si bien se trata de una causa noble que limitaría el desgaste financiero del país, también es un claro intento de negar al Estado libio la toma de decisiones soberanas sobre sus recursos, simplemente entregándolos a potencias extranjeras que son, en esencia, la principal causa de los males del país desde 2011. Antes de que se diera a conocer "Mustafeed", muchos actores extranjeros en Libia pedían algún tipo de reparto de los ingresos del petróleo, un paso que muchos criticaron porque podría conducir a la partición del país a lo largo de sus regiones geográficas: Este, Oeste y Sur, una idea apoyada por muchos políticos, sobre todo en el este de Libia, disfrazándola de sistema federalista similar a lo que era Libia tras su independencia en 1951
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Muchos creen que la intervención militar internacional en Libia en 2011 fue, en parte, para dominar y controlar parte de la enorme riqueza petrolera del país. Hoy, como entonces, Libia sigue siendo una nación rica con reservas probadas de petróleo estimadas en más de 48.000 millones de barriles, la tercera de África, pero el conflicto de una década ha disminuido su capacidad de producción. Debido al conflicto y a la falta de un gobierno central, el país produce menos de medio millón de barriles al día, cuando debería aprovechar la subida de los precios de la energía mediante un aumento de la producción. Los precios internacionales del petróleo se han disparado desde el inicio de la guerra en Ucrania, pero Libia, a pesar de su potencial, no se ha beneficiado de esta ganancia.
El plan "Mustafeed", si se aplica, no será más que otra forma de "programa de petróleo por alimentos", ya que el país sigue siendo considerado como una amenaza para la paz y la seguridad internacionales. Desde 2011 se han adoptado decenas de resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, en virtud del Capítulo VII de la ONU, que designan a Libia como amenaza para la seguridad.
Sin embargo, es muy probable que "Mustafeed" sea una venta política difícil para cualquier político que pueda verse tentado a suscribir la idea. A pesar de todo lo ocurrido en el país, la mayoría de los libios sigue rechazando la intromisión extranjera en sus asuntos.
La injerencia extranjera en Libia ha sido uno de los detonantes de la reciente oleada de manifestaciones públicas que ha tenido lugar en toda Libia durante las dos últimas semanas.
En un contexto más amplio, el embajador Norland también relacionó "Mustafeed" con la iniciativa de la Casa Blanca de prevención y resolución de conflictos presentada por la administración Biden el pasado mes de abril. En este caso, tomar el control del dinero del petróleo de Libia limitará, sin duda, las posibilidades de hacer la guerra entre los distintos protagonistas libios, pero no pondrá fin al conflicto, mientras que sí se comerá la soberanía que le quede a Libia.
A medida que continúe el estancamiento político, es probable que ideas similares a las de "Mustafeed" pasen a formar parte del debate sobre cómo poner fin al conflicto político del país, que está envenenando todos los aspectos de la vida, pero no ofrecen una solución.
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