Cuando el líder de la Autoridad Palestina se subió al carro de Estados Unidos escupiendo la retórica del statu quo, debería haber recordado la dedicación del presidente Joe Biden al sionismo y al Israel colonial. Al llegar ayer a Israel para una visita de dos días durante la cual también irá a la Cisjordania ocupada, Biden dijo: "Me di cuenta de que tenía el gran honor de formar parte de la gran historia de este país. Lo diré de nuevo: no es necesario ser judío para ser sionista". Esa "gran historia", recuerden, está construida sobre una narrativa distorsionada y la limpieza étnica del pueblo de Palestina.
Los medios de comunicación israelíes han descrito claramente las discrepancias de la visita de Biden. En Israel, se reunirá con líderes israelíes, hará un recorrido por los sistemas de seguridad israelíes y visitará el monumento al Holocausto de Yad Vashem, construido cerca de las ruinas de Deir Yassin, el pueblo donde tuvo lugar la infame masacre de hombres, mujeres y niños palestinos a manos de los terroristas sionistas en 1948. Sin duda, la ironía se le escapa al presidente estadounidense. En marcado contraste, en la ocupada Cisjordania Biden se reunirá con Mahmoud Abbas y visitará un hospital para palestinos en la ocupada Jerusalén Oriental. Alejarse del paradigma humanitario en la Palestina ocupada es esencial -al fin y al cabo, se trata de una cuestión política, no simplemente humanitaria, en su esencia- y, sin embargo, la AP sigue conformándose con retazos de ayuda que sólo sirven para impulsar la impunidad de Israel. Axios informó que Biden anunciará una promesa de 100 millones de dólares en ayuda a los hospitales palestinos.
La ayuda humanitaria no ha cambiado nada para los palestinos, aparte de exacerbar la violencia colonial que Israel instiga contra la población palestina, sabiendo perfectamente que la comunidad internacional intervendrá financieramente para aliviar parte de su sufrimiento. La promesa de ayuda financiera a los hospitales palestinos, aunque necesaria para su supervivencia, es también una prueba de cómo Estados Unidos está dispuesto a intervenir para proteger las violaciones del derecho internacional por parte de Israel. Es imposible olvidar que decenas de miles de palestinos han necesitado tratamiento hospitalario como resultado directo de la violencia del Estado israelí y de los colonos.
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Para la AP, estos trucos de ayuda están probados y no requieren que Abbas salga de su zona de confort. El gesto de Biden también reforzará las propuestas del ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, a Abbas, diseñadas para mantener a la servil AP en el poder y al pueblo palestino subyugado. Los permisos de trabajo no son sinónimo de libertad, y el hecho de que los palestinos se vean obligados a aceptar la supervivencia por encima de la libertad dice mucho sobre el inexistente liderazgo de la AP y su dependencia de Israel para sobrevivir en su ilegítimo reino político. Gantz, por su parte, ha alabado a Biden por ser "un verdadero amigo de Israel".
Según Biden, el compromiso de los dos Estados "sigue siendo la mejor manera de garantizar un futuro con medidas iguales de libertad, prosperidad y democracia para israelíes y palestinos por igual". Desde que asumió su cargo, la retórica sobre "medidas iguales" ha sido un elemento básico del Secretario de Estado estadounidense Antony Blinken, pero nada de ese vago concepto idealista se ha materializado. Por supuesto, el colonialismo israelí se interpone en el camino, tanto como el compromiso de dos estados impide a los palestinos la descolonización.
Hasta ahora, Estados Unidos sólo se ha esforzado por mantener a la AP a flote engatusando a Israel para que dé al pueblo palestino escasas concesiones para sobrevivir, tácticas que la AP celebra como preludio de las negociaciones. La AP hizo lo mismo cuando Biden fue elegido y Abbas se postró inequívocamente para conseguir el favor de Estados Unidos, en lugar de reconocer que Biden simplemente respaldaría el legado de Trump con el telón de fondo de la política de la falsa "solución" de dos Estados.
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