Israel está convencido de que la amenaza de Moscú de cerrar la Agencia Judía en Rusia es una represalia por las posiciones del Estado sionista en la guerra de Ucrania. De hecho, Israel teme ahora que la crisis con Rusia se agrave aún más, lo que ha llevado a los funcionarios de los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Justicia, y al Consejo de Seguridad Nacional, a mantener conversaciones urgentes para evaluar la situación.
La sensación es que a Israel se le está acabando el tiempo para afrontar la crisis con Rusia, porque los judíos rusos en el Estado de ocupación mantienen estrechos vínculos con su patria. Los diplomáticos israelíes se esfuerzan por garantizar la continuidad de las actividades y servicios "vitales" de la Agencia Judía.
Al cerrar las oficinas de la agencia, Rusia ha asestado un duro golpe a la migración judía del país a Israel, de ahí la preocupación del Estado de ocupación. Ahora hay aún más tensión entre Moscú y Tel Aviv.
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, el primer ministro interino de Israel y ex ministro de Asuntos Exteriores, Yair Lapid, ha adoptado una línea dura contra los rusos. Fue el primero en unirse a Occidente en emitir fuertes condenas contra el presidente Vladimir Putin y en acusar a Moscú de "crímenes de guerra". También lideró la decisión de Israel de apoyar la condena de Rusia en la ONU. No ha hablado con Putin desde que asumió el cargo de primer ministro, ni el líder ruso le ha llamado para felicitarle por su nuevo cargo. Esto sugiere que el cierre de la Agencia Judía por parte de Rusia es puramente político, un acto de venganza, aunque se afirma que la agencia ha infringido la ley rusa.
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El número de inmigrantes judíos en Israel procedentes de Rusia está aumentando, con 19.168 personas que han dado el paso desde principios de año. En todo el año 2021, sólo 7.824 judíos hicieron "aliá". Las cifras muestran que, en lo que va de año, el 48% de todos los judíos que emigran a Israel proceden de Rusia.
La posición de Israel en la guerra de Ucrania no es la única razón de la crisis con Rusia. Otra razón de la que se habla en Israel es la actual agresión del Estado ocupante en Siria, especialmente el reciente ataque que provocó el cierre del aeropuerto internacional de Damasco, y el ataque al puerto de Tartus, donde hay una base naval rusa.
Una tercera razón está relacionada con la demanda rusa de propiedad del Tribunal de Alejandro en la Ciudad Vieja de la Jerusalén ocupada, que fue bloqueada por un tribunal israelí. Putin envió un mensaje personal al ex primer ministro Naftali Bennett a este respecto, pero no pasó nada, y las cosas llegaron al punto de que el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, habló de las supuestas "raíces judías" de Adolf Hitler.
Es comprensible que las relaciones entre Israel y Rusia se asombren en estos momentos. En su día disfrutaron de una época de intereses mutuos y armonía que condujo a un gran éxito de los capitalistas judíos en Moscú, donde algunos ocupaban puestos influyentes en el Kremlin y otros eran propietarios de importantes medios de comunicación. También condujo a la mayor migración de judíos rusos, cerca de un millón de personas, a Israel entre 1990 y 2006. Fue la mayor migración de este tipo desde la agitación de la ocupación de Palestina en 1948.
Los líderes israelíes realizaron visitas oficiales rutinarias a Moscú. De todos los líderes mundiales, el ex primer ministro Benjamin Netanyahu fue el que más visitó el Kremlin entre 2016 y 2020. Además, el entorno estratégico regional hizo que Israel potenciara su deseo de tender puentes con Rusia, ya que Oriente Medio se convirtió en un escenario muy competitivo.Los círculos de decisión de Tel Aviv intensificaron su comunicación con sus homólogos de Moscú, tras darse cuenta del debilitamiento de la posición de Estados Unidos en la región, especialmente desde la llegada al poder del presidente Joe Biden y la retirada de Estados Unidos de Afganistán e Irak. Poco a poco, los funcionarios israelíes se dieron cuenta de que Washington estaba dejando un enorme vacío.
Nada de esto impidió que Israel siguiera a Occidente en su posición sobre Ucrania, de acuerdo con la postura internacional y la vuelta a un ambiente de Guerra Fría. Israel ha intentado ganarse el favor de ambos bandos en la guerra, como suele hacer, pero esta vez no lo ha conseguido. De ahí el deterioro de las relaciones con Moscú. Cuanto más dure la guerra, mayor será el precio que tendrá que pagar Israel.
Los israelíes suelen estar de acuerdo en que no quieren que la tensión actual con Moscú se convierta en irreversible hasta el punto de que Rusia prohíba a los aviones de la fuerza aérea de Israel utilizar el espacio aéreo sirio; eso sería un escenario de pesadilla para Tel Aviv. En el momento de escribir estas líneas, Israel no tiene una idea clara de cuál sería su reacción si las cosas llegaran a ese punto, pero lo arrinconaría y limitaría las opciones en su frente norte.
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Muchos israelíes creen que necesitarán un milagro para conseguir que Rusia revoque la decisión de cerrar la Agencia Judía. Moscú parece dirigirse hacia el fin de la migración judía desde Rusia, y se han emitido órdenes desde los más altos niveles en este sentido. No se trata de un capricho, sino de una iniciativa seria derivada de la visión del Kremlin sobre el liderazgo mundial.
De ahí la preocupación israelí de que las cosas no se detengan en el cierre de la Agencia Judía. Otras instituciones judías que difunden información sobre Israel y enseñan la lengua hebrea también pueden enfrentarse al cierre. Putin parece haber decidido intensificar la crisis con Israel, y los esfuerzos y logros del Estado de ocupación en los últimos treinta años pueden verse anulados como resultado.
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