Durante semanas, Marruecos ha sido testigo de una campaña masiva en las redes sociales pidiendo la salida del primer ministro Aziz Akhannouch, debido a la importante y continua subida de los precios de los productos básicos. El número total de personas que compartieron el hashtag exigiendo la salida del primer ministro y la reducción de los precios de los combustibles es de más de 4,5 millones de cuentas en las redes sociales.
Ante la inflexibilidad del gobierno y del primer ministro, junto con la continua subida de los precios, es probable que la campaña tenga una mayor interacción en las redes sociales antes de convertirse en protestas en las calles. Lo que está impidiendo que la gente salga a la calle a expresar su ira es el estado de miedo que domina la sociedad, además de lo que el sociólogo Muhammad Al-Naji describió como "la sorprendente humildad hecha de dignidad". Este investigador publicó en su página de Facebook la siguiente pregunta: "¿Cómo es que los marroquíes guardan silencio a pesar de toda esta miseria, y cómo es que las multitudes aún no han salido a la calle de forma violenta?" Luego respondió a su propia pregunta diciendo: "La miseria existe en millones de familias, y sólo la asombrosa humildad hecha de dignidad impide que muchas de ellas muestren su miseria en lugares públicos aunque lloren entre ellas." Sin embargo, Al-Naji espera que esta "horrible subordinación histórica y cultural se derrumbe, tarde o temprano, y con ella se derrumben los diques de la rendición y el silencio, dando paso a violentos terremotos de consecuencias desconocidas".
Sí, este es el aterrador escenario que muchos esperan y temen, porque si la ira silenciosa se descontrola en el mundo virtual, nadie puede predecir la magnitud y la fuerza de la ira expresada, ni el alcance que tendrá. La situación económica es difícil, la situación social es tensa y el estado de tensión se intensifica en silencio. Por otra parte, no hay ofertas políticas convincentes a las que los indignados puedan recurrir en busca de soluciones a su miseria. En cuanto al gobierno, el primer ministro y sus partidos, están divididos entre los que se regodean y están en estado de "ira virtual" y los que callan y esperan con miedo lo que va a pasar. En el otro extremo, hay dos oposiciones: las instituciones que intentan aprovechar el "estado de ira" expresado para anotarse pequeños puntos contra el gobierno, y la oposición popular desestructurada, que se manifiesta hoy en los espacios de las redes sociales. En el nivel más alto de la jerarquía política marroquí, que sigue siendo el factor decisivo en estas circunstancias, todos están a la espera de las señales que puedan salir del estrecho círculo de la toma de decisiones, y se espera que el discurso del rey Mohammed VI con motivo del aniversario de su acceso al trono, el 30 de julio, exponga estas señales.
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El discurso real es un momento importante en la escena política marroquí porque traza las grandes orientaciones del Estado y anticipa las perspectivas futuras de sus políticas estratégicas en ámbitos vitales. Hay tres escenarios posibles para aliviar el estado de tensión popular y contenerlo antes de que colapse y llegue a las calles. El primero es que se consiga lo que demandan los usuarios de las redes sociales, es decir, la salida del primer ministro, y esto es poco probable en el contexto de las circunstancias actuales, porque sigue siendo elegido, a pesar de que algunos cuestionan la integridad de los procesos electorales en Marruecos. Además, su gobierno sigue conservando la mayoría en las dos cámaras del parlamento. Los resultados de las elecciones legislativas parciales que se han celebrado recientemente en algunas regiones de Marruecos demuestran que la mayoría gubernamental se ha mantenido a pesar de todas las críticas sobre la transparencia de los procesos electorales en Marruecos.
Dado que el primer ministro es nombrado y destituido por el rey, no es probable que éste lo destituya sin justificaciones constitucionales convincentes, o en circunstancias excepcionales impuestas al país, y las condiciones para ello no se dan en la realidad marroquí actual.
El segundo escenario posible es que el primer ministro responda, por orden del rey -por lo que el primer ministro no se lleva todo el mérito-, a las demandas de la población para suavizar las subidas de precios, y así contener relativamente el estado de ira. Este es el escenario más realista, para absorber el estado de ira y mantener la situación como está. Sin embargo, la presión de la crisis económica mundial y el estado de la inflación en la economía global no dejan muchas salidas a los responsables marroquíes para que opten por este enfoque. Esto se vio agravado por la grave sequía y la escasez de agua que amenazan a los marroquíes con la sed, y el estallido de numerosos incendios que desplazaron a miles de familias y destruyeron miles de hectáreas de bosques y granjas.
En cuanto al escenario más realista, es que la situación siga igual, que el gobierno permanezca callado e inflexible y que el rey no interfiera para encontrar soluciones que alivien el estado de tensión social. Según las tradiciones políticas marroquíes, las grandes decisiones políticas rara vez se toman bajo la presión de la calle. La única vez en la historia de Marruecos que esta norma habitual cambió fue con motivo de las protestas de 2011, consideradas la versión marroquí de la Primavera Árabe, a las que el rey respondió anunciando una nueva constitución y unas elecciones prematuras. Sin embargo, la situación actual es diferente a las escenas de las manifestaciones de 2011 que barrieron la región y llegaron a Marruecos. Mientras la calle marroquí esté tranquila, la gestión de la crisis se dejará al tiempo para que haga su trabajo, pero ¿por cuánto tiempo? Esta es una pregunta de difícil respuesta.
Este artículo apareció por primera vez en árabe en Al-Araby Al-Jadeed el 27 de julio de 2022
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