Los palestinos que viven en la superpoblada Franja de Gaza están sufriendo una ola de calor que se ha visto agravada por los cortes de energía que les dejan sin electricidad hasta diez horas al día, según ha informado Reuters. Los residentes se quejan de no poder dormir porque no hay electricidad para alimentar los ventiladores.
Más de 2,3 millones de personas se agolpan en la estrecha franja de tierra apretada entre Egipto e Israel, una zona que normalmente necesitaría unos 500 megavatios de energía al día en verano, según los funcionarios locales. En realidad, Gaza recibe 120 megavatios de Israel, mientras que la única central eléctrica del enclave suministra otros 60 megavatios.
Mohammad Thabit, de la compañía de distribución de energía de Gaza, dijo en abril que, con un clima moderado, podrían suministrar veinte horas de electricidad al día. Sin embargo, la capacidad de la central eléctrica se ha visto afectada por el aumento de la demanda debido a las altas temperaturas y a la subida de los precios de la energía.
El dinero del combustible para el funcionamiento de la central proviene de Qatar, que lo compra a Israel por 10 millones de dólares, pero el aumento de los precios del combustible ha dejado a la empresa local con un déficit de unos 3 millones de dólares.
La escasez de energía ha seguido generando descontento con el grupo islamista Hamás, que gobierna el territorio desde que ganó las elecciones legislativas de 2006. El movimiento apunta a un bloqueo israelí de 15 años que ha devastado la economía de Gaza.
Mientras que algunos hogares y negocios de Gaza dependen de generadores para superar los prolongados cortes de electricidad, los que no pueden permitírselos utilizan en su lugar humildes luces led alimentadas por baterías. Un comerciante dijo que, aunque el calor del verano hacía más necesarios los dispositivos de refrigeración, las duras condiciones económicas hacían que la gente "prefiriera adoptar alternativas más baratas" o arreglar lo que ya tenían en casa.
Con el calor sofocante, las piscinas públicas cobran unos 2 dólares. La alternativa es ir a la playa, la única opción de entretenimiento gratuita para la mayoría de los palestinos de Gaza.