Según los medios de comunicación, el movimiento palestino de la Yihad Islámica decidió no participar en ningún esfuerzo de mediación para poner fin a la última ofensiva militar israelí contra la Franja de Gaza. No obstante, Egipto medió en un alto el fuego que entró en vigor a medianoche, hora local, en Gaza.
A pesar de ello, se ha informado de que la Yihad Islámica quiere vengarse del asesinato de dos de sus comandantes militares por parte de Israel. Sus muertes, según el movimiento, "encenderán la batalla para defender la Jerusalén ocupada y la mezquita de Al-Aqsa, que es objeto de ataques por parte de colonos judíos ilegales". Los cuadros de la Yihad Islámica estarán en la "vanguardia de los que cumplirán el sagrado deber de defender a los que están apostados en Al-Aqsa y sus plazas sagradas".
Según el primer ministro israelí, Yair Lapid, el asesinato de Jaled Mansour, de la Yihad Islámica, fue un "esfuerzo operativo y de inteligencia y un logro extraordinario". Afirmó que el ejército de ocupación estaba actuando de forma "centrada y responsable para minimizar" los daños a los civiles.
Los misiles israelíes mataron al menos a 44 palestinos el fin de semana, entre ellos 15 niños y cuatro mujeres. Cientos más resultaron heridos. La mayoría eran civiles.
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