El influyente académico musulmán suní Yusuf Al-Qaradawi ha fallecido a la edad de 96 años, lo que supone la desaparición de uno de los líderes espirituales de los Hermanos Musulmanes.
La noticia se anunció ayer en su cuenta oficial de Twitter, el clérigo -que fue presidente de la Unión Internacional de Eruditos Musulmanes- falleció en Qatar, donde vivía exiliado de su país natal, Egipto.
Nacido bajo el dominio colonial británico en Egipto en 1926, Qaradawi estudió ciencias religiosas durante su juventud, en la que combinó su educación islámica con el activismo anticolonial. Fue detenido en varias ocasiones a lo largo de la década de 1950 como consecuencia de su activismo político, así como de su asociación con el movimiento de los Hermanos Musulmanes. Esto le llevó a trasladarse a Qatar en la década de 1960, donde adquirió el cargo de decano de la Facultad de Sharia de la Universidad de Qatar.
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A lo largo de los años, algunos lo calificaron de "islamista moderado", debido a sus reinterpretaciones de los asuntos relacionados con los musulmanes en Occidente y a su defensa positiva de la democracia, mientras que, al mismo tiempo, fue muy criticado por otros por haber apoyado vocalmente los atentados suicidas contra objetivos militares israelíes y haberse opuesto a la invasión y ocupación de Irak por parte de Estados Unidos en 2003.
También se pronunció sobre el conflicto en Siria durante la última década, donde el régimen de Bashar Al-Assad reprimió brutalmente a los manifestantes pacíficos, mató a cientos de miles de civiles, detuvo y torturó hasta la muerte a decenas de miles de personas, y desapareció forzosamente a más de 135.000 personas. En 2013, en particular, tras uno de los notorios ataques con armas químicas contra civiles por parte del régimen de Assad, Qaradawi llamó a "todos los musulmanes suníes con algún tipo de formación militar a ir a luchar" contra las fuerzas sirias y sus aliados.
También por los acontecimientos en su país natal, Egipto, Qaradawi condenó abiertamente el golpe militar de 2013 contra el presidente democráticamente elegido Mohamed Morsi -otro miembro clave de los Hermanos Musulmanes- y se opuso al nuevo gobierno de Abdel Fattah El-Sisi. Tras su condena, no pudo volver a Egipto por segunda vez, después de su primer exilio antes de la revolución de 2011.
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