Como turista medio que llega a Egipto por primera vez junto a un grupo de personas y con una determinada agencia, el conocimiento de un Egipto contemporáneo es nulo. Es invisible porque no se nos cuenta o porque no nos hemos interesado por buscar información sobre la situación actual. Es invisible porque solo nos venden libros sobre la grandiosidad del antiguo Egipto, su historia, sus dioses y mitos, sus momias y sus jeroglíficos. De hecho, fui tan ingenua que pregunté en uno de los puestos de venta de libros si tenían alguno en relación a la situación actual de Egipto. El vendedor me miró, soltó una carcajada que expresaba más pena que gracia y me dijo: “¡No, a la gente solo le importa el pasado!”. Pero, al igual que no se prioriza contar las penurias del antiguo Egipto para así salvaguardar el mito, se nos esconden también las penurias del presente. Sin embargo, el antiguo Egipto y el actual no se han separado conforme al elemento de desequilibrio social y económico, y la nueva ciudad impulsada por Al-Sisi lo demuestra.
La Nueva Ciudad Administrativa se muestra como una nueva ciudad inteligente, de alta tecnología y ecológica que servirá para descongestionar el Cairo. Se muestra, además, como una oportunidad de oro para aquellos que quieren invertir en propiedades. Pero ¿para quién es esta ciudad entonces? ¿Es para el ciudadano de a pie y los egipcios desfavorecidos? Desgraciadamente, aquellos que pueden invertir son aquellos que poseen capital. Por lo tanto, son las personas adineradas las que pueden invertir, aumentado así su fortuna. Si un apartamento de dos habitaciones en la nueva capital ronda los 50.000 dólares, ¿cómo puede tener el propósito de descongestionar el Cairo siendo el sueldo medio de la capital de 195,76€ mensuales por habitante y su deuda per cápita de 3.054€? El futuro de los más vulnerables sigue siendo, como siempre, incierto, y su presente ignorado.
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Al-Sisi promete en la nueva ciudad para los ricos apartamentos, villas, oficinas, comercios, escuelas, hospitales, hoteles, transporte, y todo de primer nivel. Suena realmente bien, especialmente para aquellos que puedan permitírselo. Un proyecto que mejoraría la calidad de vida de los habitantes de la ciudad. Un proyecto de 45.000 millones de dólares que mejora la vida de aquellos que ya están bien. Una no puede evitar pensar en las diferentes maneras en las que 45.000 millones de dólares podrían ser invertidos en Egipto.
Lo que verdaderamente asegura la nueva capital administrativa es un legado y beneficios varios para Al-Sisi y los militares. Además, consolida su poder alejando al gobernador de las masas e impidiendo que sus voces y quejas alcancen aquellos que dirigen la población. Refuerza las relaciones con el sector privado que será capaz de invertir en inmuebles y crea entre ellos un lazo de lealtad al gobierno. Lo que la nueva capital administrativa muestra es lo que se ve en todo el país, la falta de compromiso por arreglar y mantener lo que se ha construido y empezar algo nuevo que caerá por los mismos errores que se muestran en las calles del país.
Y es que, una vez aterrizas en el aeropuerto de Luxor apenas ves mujeres y jóvenes trabajando. Cuando paseas por las calles de Edfu y Aswan los edificios están en ruinas y muchas de las calles están sin asfaltar. Los coches parecen mayoritariamente de los 70, los cuales emiten aproximadamente la misma cantidad de CO2 que cien coches nuevos, según La Agencia Iberoamericana para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología (DICYT). Las personas y los animales están famélicos y destaca la falta de higiene en todo el país, lo cual acarrea serias consecuencias para la salud. El Nilo hiede a gasolina y tiene su color. Decenas de barcos llevan a turistas por su costa, acercándolos al Pueblo Nubio y al desierto del Sahara. Eso sí, las mayores atracciones de estos lugares, sus templos y monumentos, son impresionantes, lo nunca visto. Aún así, incluso en ellos se nota la falta de mantenimiento y su descuido.
Está claro que el turismo es una de las fuentes de ingreso más importantes de Egipto. Sabiéndolo, considero imprescindible paliar los efectos de la industria del turismo limpiando las aguas del río Nilo y reduciendo los riesgos de contaminación con barcos y autobuses ecológicos. Esta sería una buena manera de invertir parte de los 45.000 millones de dólares. De hecho, en el crucero que te ofrecen entre las ciudades de Luxor y Aswan ves cientos de hoteles flotantes. Hay más de 300 y todos ellos contribuyen a la contaminación del Nilo al descargar en él sus aguas de desecho. Esto produce la muerte de miles de niños al año por beber agua contaminada del Nilo, aclara Ahmed Shaban, director de la División de Investigación Medioambiental del Centro Nacional de Investigación. A las aguas residuales se suman los fertilizantes y los pesticidas que van directamente al cauce del río. Según LaReserva, ya se han extinguido o prácticamente extinguido 30 especies comerciales de peces de los 47 que habitaban.
El país del Nilo tiene recursos naturales tan preciados como el petróleo, el carbón, el oro, el cobre y las esmeraldas. Tiene una cultura preciosa y un ambiente diferente a todo lo demás. Los ingresos anuales del canal de Suez alcanzaron los 6.300 millones de dólares en 2021. La percepción de la corrupción es muy alta y el país tiene una deuda del 93,5% del PIB, mostrando un bajísimo nivel de vida de la población egipcia, que se encuentra en el corazón de la miseria. Egipto es un país con una posibilidad de crecimiento y desarrollo impensable, pero es urgente aliviar los problemas sociales, económicos y medio ambientales que llevan aconteciendo décadas. Para ello es necesario mirar al presente y no dejarlo de lado por un futuro incierto y egoísta.
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Egipto necesita invertir en la reducción de la pobreza de sus habitantes, los cuales conforman casi el 40% en las zonas rurales y el 18% en las urbanas, según Gawdat el-Malt, presidente de la Agencia Central de Auditoría egipcia. Para ello, Egipto debe emprender estrategias radicales de desarrollo, mejorando la distribución económica y las políticas sociales. No se trata solo de ofrecer unos ingresos a la población sino de mejorar las condiciones educativas, laborales, de salud e higiene en las ciudades ya existentes, ofreciendo así igualdad de oportunidades y empoderando a las mujeres y a los jóvenes. Para aliviar la contaminación del Nilo se tienen que crear lugares para recibir y tratar las aguas residuales, modificando completamente el sistema para el tratamiento de estas aguas. Se ha de invertir en un turismo ecológico y sostenible y adoptar medidas y estrategias adecuadas de gestión ambiental. Todo esto requiere la participación inmediata tanto del gobierno egipcio como de su pueblo, así como la participación internacional.
La ciudad de los ricos puede esperar.
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