París se ha convertido en la última ciudad europea en protestar contra la celebración de la Copa Mundial de la FIFA en Qatar, cancelando la proyección pública de los partidos. Otras ciudades francesas han anunciado una medida similar y varias federaciones de fútbol europeas también están estudiando la forma de protestar contra la celebración del torneo en Qatar sin llegar al boicot total.
Al anunciar la decisión, el teniente de alcalde de París, Pierre Rabadan, responsable de deportes de la ciudad, dijo que la decisión contra la proyección pública de los partidos se debe a "las condiciones de la organización de este Mundial, tanto a nivel medioambiental como social".
Rabadán explicó que "los estadios con aire acondicionado" y las "condiciones en las que se han construido estas instalaciones son cuestionables". No obstante, subrayó que la decisión no es un boicot al torneo en sí, sino al modelo de Qatar de organizar grandes eventos, que según él "va en contra de lo que París quiere organizar". La capital francesa debe acoger los Juegos Olímpicos de 2024.
Rabadán descartó cualquier especulación sobre la existencia de tensiones entre las autoridades de la ciudad y el club de fútbol Paris Saint-Germain, propiedad de Qatar. "Tenemos unas relaciones muy constructivas con el club y su entorno, pero eso no nos impide decir cuando no estamos de acuerdo", explicó.
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Estrasburgo ha citado las acusaciones de abusos de los derechos humanos y de explotación de los trabajadores inmigrantes en Qatar como la razón de su cancelación de las proyecciones públicas de los partidos durante el torneo. Doha ha negado rotundamente tales acusaciones.
Lille también ha anunciado la cancelación de las proyecciones públicas, al igual que Burdeos, aunque la ciudad del suroeste de Francia ha alegado los elevados costes energéticos para la cancelación. La instalación de estaciones de visionado público durante el invierno, cuando los precios de la energía han subido tanto, tendrá un coste prohibitivo.
A pesar de participar en el torneo, varias federaciones europeas de fútbol han anunciado recientemente que organizarán protestas. Dinamarca, por ejemplo, ha atenuado el logotipo de la camiseta de la selección, mientras que otras contemplan la posibilidad de llevar brazaletes para hacer campaña contra la discriminación.
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