Las fuerzas de ocupación israelíes han mantenido a 150.000 palestinos en el campo de refugiados de Shuafat y en la cercana ciudad de Anata, al noreste de Jerusalén, bajo encierro forzoso tras cerrar todos los puestos de control militares que los rodean durante cuatro días.
Las fuerzas de ocupación han seguido allanando viviendas en las dos comunidades y deteniendo a personas mientras cientos de soldados de ocupación israelíes, agentes de seguridad y policías siguen buscando a un palestino buscado que está acusado de disparar mortalmente a un soldado de ocupación en un puesto de control ilegal el sábado por la noche.
Tras el ataque, las fuerzas de ocupación israelíes impidieron a todos los residentes, incluidos estudiantes, pacientes y médicos, abandonar el campamento, que está separado de Jerusalén Oriental por el muro de separación de ocho metros de altura y un puesto de control militar.
Asimismo, cientos de personas quedaron atrapadas dentro y fuera del campamento y de la ciudad, ya que el ejército les impidió salir o entrar en estas zonas tras sitiarlas después del tiroteo.
Según los informes del campo de refugiados, al menos 20 personas han sido detenidas desde el ataque, entre ellas, según afirma el ejército israelí, un familiar del presunto tirador. Su nombre es Uday Al-Tamimi, de 22 años.
La agencia de noticias Wafa informó de que una fuente local dijo que la policía de ocupación israelí atacó al padre y al hermano de Al-Tamimi, golpeando a su padre con una granada de aturdimiento en el estómago cuando intentaba impedir que las fuerzas israelíes detuvieran a su hijo de 24 años.
El alcalde de Anata, Taha Rifai, declaró a Wafa que las fuerzas de ocupación israelíes seguían irrumpiendo en las casas, aterrorizando a las familias, deteniendo a la gente en la calle y comprobando su documentación, mientras obligaban a las tiendas a cerrar.
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