El miembro de la Knesset israelí, Itamar Ben Gvir, blandió ayer una pistola en el barrio palestino de Sheikh Jarrah, en la Jerusalén ocupada. Empuñando su propia pistola cargada, el jefe del partido Otzma Yehudit fue visto instando a los colonos israelíes a disparar a los palestinos que se resisten a la ocupación lanzando piedras.
"Nosotros somos los propietarios aquí, recuérdalo, yo soy tu propietario", se dice que dijo Ben Gvir, uno de los políticos más populares de Israel. "Si [los palestinos] tiran piedras, dispárenles". Una noche antes, el político de 46 años, que podría formar parte de un nuevo gobierno de coalición, amenazó con "acribillar" a un grupo de palestinos durante una visita a la misma zona, en medio de un aumento de la violencia de los colonos contra las comunidades locales.
Ben Gvir defendió posteriormente su comportamiento provocador. "Los políticos están atando las manos de nuestros policías", dijo en un tuit que incluía una foto suya con la pistola. "No puede ser que los árabes tiren piedras junto a los policías y éstos no respondan con fuego".
En los últimos días se han incrementado los ataques de los colonos contra los palestinos. En escenas que recuerdan el asalto de abril de 2021 por parte de grupos de colonos armados de extrema derecha judíos, el patio de la mezquita de Al-Aqsa fue asaltado bajo la protección de la policía de ocupación israelí. Ben Gvir y decenas de extremistas israelíes se encontraban entre los alborotadores que asaltaron el patio. Dos días antes del asalto, Jordan Peterson, un controvertido autor y psicólogo clínico canadiense, se unió a más de 1.032 colonos israelíes en un provocador recorrido por el santuario sagrado.
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Aunque se le califica de ultraderechista, Ben Gvir representa una corriente dominante dentro del sionismo. Su influencia y la de la ideología racista del kahanismo, a la que se adhiere, se ha incorporado a la sociedad israelí. Esto supone un gran dilema para los grupos pro-israelíes de Estados Unidos y de Occidente en general. Durante décadas, los gobiernos de Washington y las capitales europeas han restado importancia al racismo inherente al sionismo para mantener su apoyo incuestionable al Estado del Apartheid.
Conscientes de la amenaza que Ben Gvir representa para la imagen de Israel, los congresistas pro-israelíes están lanzando desesperadamente duras advertencias de que incorporar a la extrema derecha del Estado de Ocupación a una coalición de gobierno sería desastroso para las relaciones entre Estados Unidos e Israel.
Durante un viaje a Israel el mes pasado, el senador estadounidense Bob Menéndez habría advertido al ex primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que si forma un gobierno tras las elecciones del 1 de noviembre que incluya a extremistas de derecha, podría perjudicar las relaciones bilaterales entre Estados Unidos e Israel.
Los defensores de Israel sudan ante la perspectiva de un gobierno de Netanyahu. El líder del Likud es el primer ministro que más tiempo lleva en el cargo en Israel y procede de una tradición sionista que tiene mucho en común con el ultraderechista antipalestino Ben Gvir.