Más de 300 periodistas iraníes han exigido la liberación de dos colegas encarcelados por su cobertura de Mahsa Amini, cuya muerte bajo custodia desencadenó protestas que suponen uno de los mayores desafíos a los clérigos gobernantes en décadas, informa Reuters.
Su llamamiento se produjo en una declaración publicada por el periódico iraní Etemad y otros periódicos el domingo.
Niloofar Hamedi tomó una foto de los padres de Amini abrazándose en un hospital de Teherán donde su hija estaba en coma.
La imagen, que Hamedi publicó en Twitter, fue la primera señal para el mundo de que no todo iba bien con Amini, que había sido detenida tres días antes por la policía de la moral de Irán por lo que consideraban una vestimenta inapropiada.
Elaheh Mohammadi cubrió el funeral de Amini en su ciudad natal kurda, Saqez, donde comenzaron las protestas. Un comunicado conjunto publicado por el Ministerio de Inteligencia iraní y la organización de inteligencia de la Guardia Revolucionaria el viernes había acusado a Hamedi y Mohammadi de ser agentes extranjeros de la CIA.
Las detenciones coinciden con la versión oficial de que el archienemigo de Irán, Estados Unidos, Israel y otras potencias occidentales, y sus agentes locales, están detrás de los disturbios y están decididos a desestabilizar el país.
Al menos 40 periodistas han sido detenidos en las últimas seis semanas, según los grupos de defensa de los derechos, y el número va en aumento.
Lo que comenzó como una indignación por la muerte de Amini, el 16 de septiembre, se convirtió en una revuelta popular de personas de todas las capas de la sociedad.
Los estudiantes y las mujeres han desempeñado un papel destacado, quemando sus velos mientras las multitudes piden la muerte del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, y el derrocamiento de la República Islámica, que ha reprimido cualquier disidencia desde la revolución de 1979.
No hay indicios de que la represión vaya a aplacar la furia, ni siquiera después de que el temido jefe de la poderosa Guardia Revolucionaria de Irán advirtiera a los manifestantes de que el sábado sería su último día de salida a la calle, la advertencia más dura hasta ahora.
Los analistas afirman que los líderes iraníes lograrán resistir la presión, pero que el camino hacia el cambio político en el futuro podría ser irreversible.
SE ESPERA QUE LOS CLÉRIGOS SOBREVIVAN
La Guardia Revolucionaria y la milicia voluntaria Basij han aplastado la disidencia en el pasado: en 2009 las protestas duraron seis meses. Ningún funcionario ha criticado públicamente al estamento clerical.
"Los basijis están siendo insultados por los sediciosos en las universidades y en las calles. Hasta ahora, los basijis han mostrado contención y han sido pacientes", dijo el jefe de la Guardia Revolucionaria en la provincia de Jorasán Junubi, el general de brigada Mohammadreza Mahdavi, citado por la agencia estatal de noticias IRNA.
"Pero se saldrá de nuestro control si la situación continúa".
Vídeos en las redes sociales, no verificables por Reuters, mostraban a estudiantes enfrentándose a la policía antidisturbios y a las fuerzas Basij en universidades de todo el país, coreando "Basij deshonrado piérdete".
El presidente del Parlamento iraní, Mohammad Baqer Qalibaf, pareció adoptar un tono conciliador, diciendo que había que tener en cuenta la diferencia entre manifestantes pacíficos y violentos.
"Consideramos que las protestas no sólo son correctas y causa de progreso, sino que también creemos que estos movimientos sociales cambiarán las políticas y las decisiones, siempre que se separen de los violentos, los delincuentes y los separatistas", dijo.
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