La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras ha denunciado las "catastróficas" condiciones del conocido campo de refugiados de Al-Hawl, en el noreste de Siria.
En un extenso informe publicado el lunes, la organización criticó la falta de protección frente a la violencia y la anarquía general, así como la situación humanitaria a la que se enfrentan decenas de miles de antiguos partidarios de Daesh y sus familias en el campo.
"Estamos entre dos fuegos: las fuerzas de seguridad y los extremistas", se cita a un refugiado. "Es una especie de prisión. Aquí no hay libertad".
Según la ONU, en el campo viven más de 50.000 personas, la mayoría mujeres y niños, incluidos los extranjeros. Muchos temen que la seguridad y las condiciones de vida sigan deteriorándose, y que puedan quedarse atrapados en Al-Hawl para siempre.
En su informe, Médicos Sin Fronteras advirtió de la creciente influencia de los grupos extremistas dentro del campo, y criticó la mala gestión de las Fuerzas Democráticas Sirias dirigidas por los kurdos. Este grupo, apoyado por Estados Unidos, es el responsable del campo.
El informe también señala que los padres y cuidadores han expresado su profunda preocupación por la seguridad y el desarrollo psicosocial de sus hijos.
Basándose en los relatos de los pacientes, de los residentes del campo de Al-Hawl y en los testimonios de su personal, la organización afirmó que las personas que se encuentran en el campo carecen de medios para ganarse la vida y "siguen recluidas en condiciones similares a las de una prisión, con un acceso muy limitado a los servicios básicos".