La resistencia anticolonialista palestina ha dado sobradas pruebas de que ya no se dejará guiar por las facciones políticas, con lo que tanto la Autoridad Palestina como Israel se enfrentan a una dinámica política cambiante entre la población. La AP se ha vuelto irrelevante tanto por su propia colaboración con Israel y su aquiescencia con los fracasos diplomáticos de la comunidad internacional, como por los propios palestinos. La no celebración de elecciones democráticas, como se había prometido, y el asesinato del activista Nizar Banat, fueron los principales desencadenantes que impulsaron a los palestinos a desvincularse de la AP y de sus tácticas intimidatorias y violentas.

Durante una reciente reunión con funcionarios israelíes, el subsecretario de Estado estadounidense Hady Amr reiteró la importancia de fortalecer la AP para evitar su colapso. Por supuesto, a Estados Unidos no le preocupan los civiles palestinos, sino preservar la AP mientras Israel y la comunidad internacional la necesiten. Asimismo, la semana pasada, el jefe del Shin Bet, Ronan Bar, advirtió al primer ministro designado de Israel, Benjamin Netanyahu, sobre el posible colapso de la AP y el impacto que tendría en la coordinación de la seguridad.

El gobierno de coalición de Bennett-Lapid se caracterizó por su negativa absoluta a entablar negociaciones diplomáticas con la AP, al tiempo que concedía un escaso alivio al pueblo palestino, una medida promovida por el ministro de Defensa saliente, Benny Gantz. Con el nuevo gobierno, es probable que la AP se enfrente a un aumento de las hostilidades y a un mayor aislamiento, dado que no es más que una herramienta de colaboración para Israel, y una entidad poco fiable a los ojos del pueblo palestino, que ha experimentado de primera mano la violencia colonial colaboracionista a través de la coordinación de la seguridad.

Los medios de comunicación israelíes han considerado que el ligero alivio económico para los palestinos es la razón por la que la Leonada no se ha extendido tanto como en las anteriores intifadas. Sin embargo, la coordinación en materia de seguridad está jugando un papel importante: la AP está tan ansiosa como Israel por asegurarse de que nada amenace su nicho político.

Sólo el gobierno israelí entrante podría mirar más allá de lo que la AP puede aportar a la empresa colonial de los colonos. El líder del Partido Sionista Religioso, Bezalel Smotrich, que expresó su preferencia por el puesto del Ministerio de Defensa, declaró en ocasiones anteriores que apoya la disolución de la AP, así como la anexión. Aunque la violencia política de Smotrich no se corresponda con la de Netanyahu, que mostró un enfoque más cauto que dio resultados más rápidos en cuanto a la obtención de concesiones e impunidad para Israel en su último mandato como primer ministro, la AP tendrá que enfrentarse a una coalición de extrema derecha que no dará prioridad a su existencia.

LEER: Abbas ya se somete a Netanyahu en silencio

Para los palestinos, ambas cosas significan un desastre. Cualquier acuerdo israelí con la AP en materia de coordinación de la seguridad garantiza que los ilegítimos dirigentes palestinos repriman a los civiles palestinos en nombre de Israel. Si el gobierno israelí entrante decide no ofrecer incentivos económicos con el objetivo de aislar aún más a la AP, los palestinos seguirán enfrentándose a la violencia de la derecha sin ninguna oposición formidable por parte de la AP. En particular, la anexión ocupa un lugar destacado en la agenda del nuevo gobierno israelí, una medida que la AP ha demostrado que es incapaz de contrarrestar, salvo mediante la planificación de inútiles conferencias de paz internacionales. La violencia contra los palestinos desde Israel está garantizada; lo que queda por ver en términos de colaboración es el papel de la AP en los próximos años.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.