Durante tres décadas, los líderes mundiales reunidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) se han comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y a utilizar fuentes de energía más ecológicas.
Este año, la COP27 terminó con un acuerdo para un histórico "Fondo de Pérdidas y Daños". En unas negociaciones que se prolongaron hasta el final del fin de semana, los países llegaron a la decisión de crear y poner en marcha un fondo para pérdidas y daños, especialmente para las naciones más vulnerables a los efectos adversos del cambio climático.
Copiar y pegar los acuerdos de la COP26 de Glasgow sobre la mitigación del clima equivale a quedarse quieto en una cinta de correr. Perdemos terreno por cada año que pasa sin que se tomen medidas significativas, porque la línea de meta de la crisis climática se aleja cada vez más, requiriendo esfuerzos cada vez mayores para alcanzarla. El hecho de que las delegaciones hayan tenido que luchar con uñas y dientes para mantener siquiera los compromisos de mitigación climática acordados en Glasgow es extremadamente decepcionante. El texto final contiene sin duda primicias históricas, entre las que destaca la creación de un "mecanismo de pérdidas y daños" para compensar a las naciones en desarrollo, especialmente afectadas por el cambio climático.
En este sentido, justo después de la COP27, el paso importante es la implementación. El "Fondo de Pérdidas y Daños" debe ser financiado por un sistema fiscal global. La dirección estratégica del sistema fiscal acelerará la acción climática temprana y ayudará a los hogares y a las empresas a adaptarse. También estimulará la productividad, al potenciar la inversión privada en la investigación y las competencias necesarias para el futuro. La principal lección que debemos aprender de las catástrofes como la de Pakistán es una sólida hoja de ruta fiscal para regular las emisiones de carbono y apoyar a las zonas menos afortunadas del mundo. La transición neta a cero requiere una inversión importante para cambiar las tecnologías y los modelos de negocio con altas emisiones de carbono por alternativas limpias. Por ejemplo, el Comité del Cambio Climático (CCC) calcula que el coste inicial de la descarbonización de los hogares británicos será de 250.000 millones de libras.
En vísperas de la COP27, según una encuesta realizada por IPSOS, los británicos quieren que se subvencionen las tecnologías respetuosas con el medio ambiente, mientras que unos pocos quieren que se aumenten los impuestos sobre las fuentes de energía no renovables. A través de esta encuesta, IPSOS abarcó 34 mercados y analizó el apoyo de los ciudadanos a las políticas que ayudan a afrontar el cambio climático. Como resultado de ese estudio, los ciudadanos británicos son los más proclives a decir que apoyarían las políticas que aplican incentivos, descuentos y otros alicientes, en lugar de las que recurren a los impuestos o a la reducción de las opciones. Según el informe, casi dos tercios (el 65%) de los ciudadanos británicos están dispuestos a apoyar la financiación gubernamental de nuevas políticas que subvencionen para abaratar las tecnologías respetuosas con el medio ambiente (por ejemplo, paneles solares o vehículos eléctricos).En resumen, se ha llegado a un acuerdo histórico para compensar a los países que han sufrido en primera línea la crisis climática en la COP27. Por un lado, es también un reconocimiento del daño que han hecho países como el Reino Unido o Estados Unidos. Así, la Tierra sigue "al borde de la catástrofe climática" tras el acuerdo de la COP27, y las mayores economías deben comprometerse a reducir más las emisiones de CO2 con un nuevo orden fiscal. El año que viene, los Emiratos Árabes Unidos serán los anfitriones de la COP28. En lugar de presionar a las empresas de combustibles fósiles, debe haber un fuerte compromiso para reducir más los combustibles fósiles.
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