El Coordinador Especial de la ONU para el Proceso de Paz en Oriente Medio sigue hablando desde un vacío que niega la existencia colonial de Israel como la principal violación con la que se encuentran los palestinos a diario. En su última sesión informativa mensual ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Wennesland gratificó a su audiencia manteniendo el consenso internacional sobre el compromiso de dos Estados. Sin embargo, sus observaciones invalidan sus reiteraciones y las de la ONU en lo que respecta al difunto concepto diplomático.
Principalmente, Wennesland, al igual que otros funcionarios nombrados por la ONU, se basa en la cronología y los interludios para dar la impresión de que los palestinos, en ocasiones, experimentan una tregua en la violencia colonial de Israel. Aunque admite la existencia de décadas de violencia persistente por parte de Israel, Wennesland observa que "el conflicto está alcanzando de nuevo el punto de ebullición". Si Wennesland se hubiera remontado a 1948, el llamado punto de ebullición ya se había alcanzado a través de la limpieza étnica, y el único reconocimiento importante en el que la ONU debería insistir, como mínimo, es que no hay ningún punto de ebullición, sino la preservación y el mantenimiento del atrincheramiento colonial en Palestina con más planes de expansión, que la ONU apoya abiertamente.
En cuanto a las medidas de supuesta equivalencia, Wennesland recuerda al Consejo de Seguridad de la ONU sus condenas de los asesinatos de civiles palestinos e israelíes y afirma que "los ataques a civiles nunca pueden justificarse y la violencia debe cesar". Hay una diferencia entre la violencia colonial y la resistencia armada legítima, que la ONU está demasiado contenta de no distinguir, para no perturbar la narrativa israelí dominante de que Israel tiene derecho a defenderse. Ahora es imposible olvidar que los funcionarios de la ONU, por ejemplo, culparon a los palestinos por el bombardeo de Israel sobre Gaza en mayo de 2019.
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Garantizar que la Autoridad Palestina nunca sea culpada por su colaboración con Israel y la comunidad internacional es otro punto importante para Wennesland, quien mencionó los "crecientes desafíos económicos e institucionales" que enfrenta la AP. La AP no se financia para promover la prosperidad palestina, sino para facilitar la expansión colonial de Israel y oprimir a los palestinos desde la hipocresía diplomática de los dos Estados. Aunque Wennesland sí menciona la ausencia de elecciones democráticas palestinas desde 2006, tampoco menciona que el líder de la AP, Mahmoud Abbas, ha renegado varias veces de su promesa de celebrar elecciones y, por tanto, Ramallah está protegida de un mayor escrutinio político para dar la impresión de que la AP es, supuestamente, la única opción de los palestinos. Del mismo modo, la ONU no considerará otra opción que el compromiso de dos Estados para los palestinos, y persistirá en coaccionar a los palestinos para que sigan perdiendo territorio.
Según Wennesland, por todas las razones que enumeró en su informe mensual, "es necesario dar pasos urgentes hacia la solución de los dos Estados, que sigue contando con un apoyo considerable entre palestinos e israelíes". Sin embargo, la mayoría de los israelíes judíos se oponen a la política de los dos Estados, y lo mismo ocurre con los palestinos, como muestran las encuestas recientes. Aunque, por supuesto, las razones diferirán en función de la política colonial y anticolonial, respectivamente, la ONU no puede reclamar el apoyo a su designada "solución" de nadie más que de diplomáticos y funcionarios gubernamentales. Así pues, ¿qué tal si Wennesland deja de comprometerse con la narrativa de la ONU y hace bien su trabajo, lo que implicaría proponer soluciones palestinas que se deriven de la resistencia anticolonial palestina?Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.