Cada vez que los países occidentales, encabezados por Estados Unidos, imponen sanciones a Rusia para reprimirla y obligarla a poner fin a su operación militar en Ucrania, ocurre lo contrario. Como resultado, los países europeos, con la excepción de EE.UU. en ocasiones, sufren debido a sus sanciones a Moscú.
La última de estas sanciones ha sido la imposición por parte de los países del G7 de un tope al precio del combustible ruso en 60 dólares por barril para reducir los ingresos de Rusia y, por tanto, hacer que no pueda financiar su guerra. La decisión entró en vigor el pasado lunes y, por supuesto, no tuvo un impacto inmediato en los mercados mundiales de combustible por muchas razones. La más importante es que la aplicación del nuevo tope de precios no se producirá hasta el próximo enero, porque Moscú tiene obligaciones contractuales a los precios actuales del mercado que duran hasta finales de año. Por otra parte, estos mercados asisten actualmente a un estado de incertidumbre debido a la recesión que sufre la economía mundial.
Las sanciones económicas impuestas a Moscú son puramente políticas y su objetivo es debilitarla al máximo. Los países europeos, especialmente los principales, recibieron el golpe con dureza y entraron en un ciclo de desafíos económicos a largo plazo. Estos países aún no se han recuperado de la crisis mundial del gas, que hizo que sustituyeran el gas ruso, barato y listo para su uso, por gas estadounidense, que se vende a un precio seis veces superior. Esto sin contar las crisis de importación de cereales y alimentos, que afectaron a estos países y a muchos países del mundo, provocando que la economía mundial sufriera tasas de inflación sin precedentes y una recesión económica.LEER: Palestina gana el Mundial
Resulta extraño que los artífices de estas sanciones impuestas a Moscú ignoren por completo la lógica económica. Evitan constantemente buscar sustitutos para reducir la magnitud de las pérdidas, especialmente para Europa. Esta vez se ha producido una flagrante injerencia en los mecanismos del mercado mundial del petróleo, con la consiguiente amenaza para la seguridad energética y el suministro de petróleo. Definitivamente, no calcularon las consecuencias de esta peligrosa decisión.
Mientras tanto, la respuesta rusa fue negarse a acatar la decisión de limitar el precio del gas. El Kremlin no anunció abiertamente sus medidas, pero se alineará con sus intereses y aplastará las ambiciones occidentales de destruir la economía rusa.
Se teme que Rusia cumpla su amenaza de reducir su producción, deje de venderla en los mercados internacionales y se dirija directamente a otros países. Sobre todo teniendo en cuenta que actualmente está vinculada a India, China y Turquía a precios preferenciales. Estos países anunciaron que no se someterían a la decisión, sobre todo porque los costes de sus acuerdos alcanzan los 66,50 dólares por barril. Se trata de un precio que no pueden obtener de otros productores. Cabe señalar que los productos combustibles rusos van a los países europeos a precios relativamente altos y que Japón, que forma parte del G7, seguirá comprando gas ruso hasta junio como parte de una excepción acordada en la decisión.
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Las consecuencias de la reacción rusa son peligrosas, sobre todo si Moscú cumple su amenaza de interrumpir el suministro a los mercados mundiales, que sufrirán un gran desequilibrio debido a intervenciones no calculadas que van contra la lógica del mercado. Esto provocará un aumento de la demanda con una oferta escasa hasta que los precios de los carburantes alcancen niveles récord, cuyas consecuencias llegarán a todos los países del mundo y aumentarán las tasas de inflación. En particular, también reducirá la capacidad de los ciudadanos occidentales para satisfacer sus necesidades energéticas.
Cualquier manipulación de los mecanismos de los mercados mundiales, o de la capacidad de un país o un bloque para imponer decisiones como ésta, añade una sensación de incertidumbre para los inversores en el sector de los combustibles, debido a los grandes riesgos que no pueden asumir.
Por otra parte, esta decisión, considerada una violación de las leyes del libre mercado, contribuirá a agravar la crisis de las compañías de seguros europeas comprometidas en contratos con Rusia para transportar su combustible por mar a precio de mercado. Rusia confirmó que tenía capacidad para transportar y asegurar su combustible a través de empresas de su propiedad para llegar a los países vinculados a ella mediante acuerdos y contratos.
Se plantearán muchas cuestiones. Sin embargo, lo que le ocurrirá a Moscú es mucho menos grave de lo que esperan los responsables. Rusia anunció que adoptaría un sistema transparente para fijar el precio de su combustible, ya que posee una gran cantidad de activos. Sin embargo, imponer la decisión le saldrá caro, ya que es la vía más importante en el sector energético mundial, asolado por la crisis, que sufrirá aún más después de esto. Esto agravará la crisis económica mundial, que será difícil de resolver en los próximos años.
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Traducido de Addustour, 8 de diciembre de 2022.
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