Como estudiantes de ingeniería mecatrónica, Ahmed, Tarek y Ammar querían graduarse habiendo marcado una diferencia en la sociedad, así que se unieron para inventar un brazo robótico que ayude a las personas con discapacidad motriz en las extremidades superiores.
Los datos de la Oficina Central de Estadística de Palestina indican que el 3,5% de las personas discapacitadas de la Franja de Gaza tienen dificultades para utilizar las manos, por lo que los hombres trataron de ayudar a paliar esta situación.
Se enfrentaron a muchas limitaciones en su viaje, entre ellas el asedio israelí al enclave, lo que significaba que muchos de los componentes electrónicos necesarios para diseñar y hacer funcionar el miembro artificial no estaban disponibles en el mercado local.
Desarrollando un plan de acción, empezaron a diseñar la prótesis utilizando software de ingeniería y a imprimirla con tecnología 3D. A continuación, compraron y prepararon las piezas electrónicas necesarias para el proyecto. Los sensores electrónicos necesarios para el proyecto eran especialmente difíciles de conseguir. Estos sensores de tipo EMG recogen las señales eléctricas que emanan del cerebro al miembro amputado y las convierten en órdenes para mover la prótesis.
Su incapacidad para localizar los sensores EMG frustró el proyecto, así que Ammar, Tarek y Ahmed cambiaron su plan para el proyecto final y pasaron de un miembro artificial a una mano mecánica controlada por gestos inalámbricos. Crearon una mano robótica y un guante de control que transmite los movimientos a la prótesis, que repite esas maniobras.
Los graduados afirman haber alcanzado los dos resultados previstos: han creado una prótesis que funciona con tecnología inalámbrica, pero si consiguen los sensores necesarios, podrá convertirse en un miembro capaz de captar señales cerebrales y funcionar en consecuencia. Una tecnología que podría mejorar el nivel de vida de muchos habitantes de la Franja de Gaza ocupada.
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