En relación con la declaración del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de que "el pueblo judío tiene un derecho exclusivo e incuestionable a todas las zonas de la tierra de Israel", está la reciente orden del ministro de Seguridad israelí, Itamar Ben Gvir, de retirar las banderas palestinas que se exhiban públicamente. A primera vista, la directiva fue motivada por las exhibiciones de banderas palestinas durante las recientes protestas contra el gobierno de Netanyahu, así como por la reciente liberación del prisionero palestino Karim Younis de la prisión de Hadarim tras cumplir 40 años de condena, y su ondear de una bandera palestina al llegar a su pueblo de Ara. Según Aljazeera, la familia de Younis recibió instrucciones de Israel de no celebrar su salida de la cárcel.
"No puede ser que los infractores de la ley ondeen banderas terroristas, inciten y alienten al terrorismo, por lo que ordené retirar del espacio público las banderas que apoyan el terrorismo y poner fin a la incitación contra Israel", declaró Ben-Gvir.
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Sin embargo, la velocidad a la que Netanyahu está sofocando cualquier forma de expresión política palestina apunta hacia el mantenimiento de la expansión colonial de Israel y la eliminación de los palestinos.
Equiparar la legítima resistencia anticolonial palestina con el terrorismo permitió a Israel construir su falsa narrativa de seguridad. La oposición colonial a la bandera palestina se remonta a las secuelas de la guerra de 1967, cuando Israel estableció su ocupación militar sobre toda Palestina. Con los planes de anexión de nuevo a la cabeza, silenciar a los palestinos se está convirtiendo en la nueva forma normalizada de violencia de Israel a la que la comunidad internacional no pondrá objeciones. La retirada de banderas palestinas dista mucho de ser una preocupación mundial y la acción no suscitará ninguna urgencia, ni siquiera por declaraciones superficiales. Al fin y al cabo, éstas ya se han reservado para las violaciones más visibles del derecho internacional, como la expansión de los asentamientos, los desplazamientos forzosos y el asesinato de civiles palestinos. Si los diplomáticos de todo el mundo no han actuado ante lo que la Corte Penal Internacional ha considerado claramente crímenes de guerra, ¿cómo va a resonar una bandera lo suficiente como para llamar la atención a nivel internacional?Para los palestinos, sin embargo, la directiva de Ben Gvir tiene graves implicaciones. No hace mucho, durante el funeral de la periodista palestino-estadounidense Shireen Abu Akleh, agentes de la policía israelí interrumpieron violentamente el funeral y detuvieron a los dolientes por exhibir la bandera palestina. En 2017, francotiradores israelíes mataron durante las manifestaciones de la Gran Marcha del Retorno al activista palestino y doble amputado Ibrahim Abu Thurayya, conocido por exhibir banderas palestinas durante las protestas. De forma similar a Abu Akleh, Israel pudo construir la impunidad para el asesinato de Abu Thurayya, alegando que era imposible determinar la causa de su muerte.
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Detrás de los despliegues de la bandera palestina, hay palestinos cuyas voces están siendo silenciadas a través de diversos medios represivos y, en ocasiones, del asesinato. Lo que representa la bandera, es decir, la perseverancia de los palestinos a pesar de la inminente anexión, es lo que Ben Gvir pretende eliminar en la actualidad. Sin embargo, la atención que presta actualmente el gobierno israelí a la bandera palestina no debe disociarse de los planes definitivos de colonizar toda Palestina. Y ésta es precisamente la razón por la que la comunidad internacional, si realmente estuviera a favor de los derechos políticos de los palestinos, debería ir más allá de la explicación de Ben Gvir y tratar la última acción represiva contra los palestinos en términos de violencia colonial.
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